Los cantos populares, la tradición oral, bailes, leyendas, proverbios y costumbres constituyen el folclore y la base de los cincuenta años de trayectoria del Nuevo Mester de Juglaría, que defiende la necesidad de destinar más ayudas a este acervo que debería de ser declarado "patrimonio inmaterial".

Según argumenta en una entrevista con EFE uno de los integrantes más veteranos de la formación musical, Fernando Ortiz, el folclore debería ser patrimonio inmaterial debido a que se trata de una seña de identidad y forma parte de la cultura de todas las generaciones.

Precisa que gran parte de la visibilidad que tenía el folclore en televisiones y radios ha desaparecido en los últimos años.

Por eso, considera que aunque goza de "buena salud" por el talento y los conocimientos musicales de las agrupaciones más jóvenes, "garantizar su supervivencia requiere de mayor dedicación por parte de empresas privadas e instituciones", en especial, en Castilla y León, donde son escasos los discos auspiciados por organismos públicos.

El 16 de noviembre de 1969 esta agrupación se subió por primera vez a un escenario, el de la sala Borja de Valladolid, un momento que todavía hoy Ortiz recuerda con "especial emoción" y "gran ternura".

En su caso, tenía solo tenía 17 años, suficientes para ganar el concurso de jóvenes talentos en el que participaban, tras demostrar al jurado su pasión por la música tradicional, aunque "esos chiquillos jamás imaginaron que 50 años después habrían cosechado tantos éxitos", asevera.

En este medio siglo el panorama musical ha evolucionado de forma drástica, en primer lugar porque el bagaje cultural de las generaciones más jóvenes "ahora es mucho más amplio", pero, sobre todo, porque los modelos de difusión musical ya "no tienen nada que ver con los existentes hace 50 años".

A finales de los años 70 nació la industria discografía que poco a poco fue desplazando a los tradicionales vinilos y que logró tal trascendencia que "nadie podía esperar que en apenas 15 años algo tan potente como el disco, que ocupaba plantas casi completas en grandes almacenes, desapareciera y su venta se convirtiera en testimonial".

Por más tradicional que sea la música étnica y de raíces también ha tenido que adaptarse a este modelo, según Ortiz, quien afirma que en su caso siguen grabando discos físicos a través de su propia productora y los distribuyen sobre todo en los conciertos.

Aunque para formar parte de este nuevo panorama musical y lograr una presencia activa durante 50 años también han tenido que subir sus temas a plataformas online como Youtube, Spotify o iTunes, que si tienen una ventaja es, tal y como indica, que "garantizan la distribución global por todo el mundo".

"Los comuneros" es uno de los discos que Ortiz recuerda con más cariño porque, en su opinión, ha marcado la historia del grupo y se trata de un trabajo con el que pusieron música en 1976 al poema que describía la Guerra de las Comunidades de Castilla.

Otro de los que señala como uno de los más destacados de su trayectoria es "El Romancero", una recopilación de 60 romances de la tradición oral en tres discos, igual que el último trabajo, "Gabarrerías", que hace visible un oficio que todavía sigue vivo, pero que es "muy desconocido", el de los gabarreros.

Veinticuatro discos y más de 2.000 conciertos avalan a esta formación que inicia hoy la gira de su 50 aniversario en la música, un hito, pero no una despedida, según el músico, quien asegura que el Nuevo Mester de Juglaría todavía "tiene cuerda para rato".

Ortiz no descarta publicar un nuevo disco, aunque reconoce que ahora todos sus esfuerzos se concentran en sacar a la luz en 2019 el trabajo de recopilación de un mínimo de 2.000 temas, que llevan recuperando desde la década de los años 70 y que están vinculados a un folclore que supone conocimiento y seña de identidad.