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FESTIVAL SAN SEBASTIÁN/ETA (Crónica)

"Mudar la piel", la misteriosa amistad entre un mediador con ETA y su espía

Magdalena Tsanis

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:31

Magdalena Tsanis

La intrigante amistad entre Juan Gutiérrez, mediador entre el Gobierno español y ETA, y Roberto Flórez, el espía del entonces CESID que le vigilaba, es el objeto del documental "Mudar la piel", que inaugura hoy la sección Zinemira de la 66 edición del Festival de San Sebastián.

La película, codirigida por la propia hija de Gutiérrez, Ana Schulz y Cristóbal Fernández, contiene muchos relatos en uno. Es la crónica de una amistad difícil de entender, pero también una carta de amor al padre, una mirada al conflicto vasco, una reflexión sobre el proceso creativo y finalmente un thriller de espionaje con los propios directores como protagonistas.

Schulz recordaba a Roberto como ese hombre que venía a menudo a casa y decía ser periodista. Se convirtió en la sombra de Juan, quien a principios de los 90 había promovido un encuentro secreto entre todos los partidos vascos en Estados Unidos, que contaba con el aval del entonces secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, según el documental.

Años después, en un nuevo intento negociador, ya con Jaime Mayor Oreja como ministro del Interior, unas filtraciones periodísticas dieron al traste con el trabajo de Juan y descubrieron que Roberto era en realidad un espía. Éste desapareció del mapa hasta que años después, en un relato lleno de claroscuros, se convirtió en la primera persona condenada en democracia por un delito de traición.

Schulz empezó a pensar en el documental cuando, después de todo lo que había sucedido, Juan comenzó a visitar a Roberto en la cárcel.

"La idea era contar su relación en el pasado, pero que a la vez sucediera algo en el presente, que la película provocara algo, y así surgió la posibilidad de que Juan y Roberto mantuvieran esa conversación pendiente", ha explicado hoy a Efe la cineasta.

Una frase del propio Juan, que finalmente no se incluyó en la película, desvela en parte la manera de entender las relaciones de un hombre, Ingeniero de Caminos, que de joven emigró a Suiza para estudiar a Jung y después a Alemania, donde se doctoró en Filosofía, se casó y tuvo a su hija, antes de establecerse en la convulsa San Sebastián de finales de los ochenta.

"Él decía que por muy estrecha que sea una relación con tu pareja, tu padre, un hijo o un amigo, siempre hay un misterio, que el otro es tierra ignota", recuerda Schulz.

Cuando a Juan, que hoy tiene 86 años, le preguntan si se sintió traicionado por el Gobierno español, se ríe.

"Todo hay que ponerlo en su contexto. Los servicios secretos han sido una ensalada de traiciones", sostiene. "Ha habido dos líneas, la que quería que el conflicto terminase con una negociación y un acuerdo, la línea de Rafael Vera, y la que quería destruir y aniquilar a ETA y todo lo que había con ella, cuyo adalid era Mayor Oreja".

"Cuando los servicios secretos estaban bajo el mando de Vera", prosigue, "el propio Vera era espiado a través de Roberto, mientras que por otro lado Roberto empezó creyendo en la segunda vía (la aniquilación) y acabó queriendo adoptar verdaderamente la piel que se había puesto como disfraz, lo que suponía traicionar a sus jefes".

Gutiérrez admite que la segunda vía en parte acabó por imponerse, pero mantiene motivos para la esperanza en su manera de entender la negociación. "Desde cada realidad se abren vías de reconciliación", defiende, y cita como ejemplo el homenaje organizado hace unos días por el alcalde de Rentería, de Bildu, a un policía nacional asesinado por ETA, con la asistencia de su familia.

"Los conflictos no se acaban, sino que se transforman, y el conflicto vasco no ha terminado con la desaparición de ETA", opina, "pero el conflicto no es malo, los caminos de la vida se abren a través de cómo actúas en los conflictos".

En todo caso, Gutiérrez cree que aún falta tiempo y perspectiva para entender lo que ha sucedido en el País Vasco.

"Ahora hay un conato de repartirse medallas, pero es inmaduro, se dicen barbaridades como que debe haber un relato único; sin embargo la memoria no se puede petrificar en un relato".

De camino hacia el recinto del Kursaal, donde tuvo lugar la entrevista con Efe, Gutiérrez leyó un mensaje publicitario que repite al comienzo de la conversación: "no hay un camino para la verdad, hay ocho".

"Pues este sería el 8 y medio", dice en referencia al documental, "y tampoco es muy cierto, porque aquí se verá diferente a Locarno -donde se estrenó hace unos meses-, porque van a verlo quienes lo han vivido. Es una mirada más, pero no es la más cierta ni pretende prevalecer sobre otras", subraya el negociador.

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