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Manele Labidi, directora de cine: "En Túnez la palabra ha explotado"

Dice Manele Labidi que un país que hace la revolución es como un individuo que empieza a ir a terapia. De ese paralelismo surgió la idea para su ópera prima "Un diván en Túnez", una comedia sofisticada que abre una ventana al Túnez posterior a la revolución de 2011, lleno de caos y contrastes, pero también de humor.,"Después de la revolución tuve la sensación de que Túnez había llegado a un punto en que no podías pararle, la gente necesitaba expresarse, e

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 10:55

Magdalena Tsanis

Dice Manele Labidi que un país que hace la revolución es como un individuo que empieza a ir a terapia. De ese paralelismo surgió la idea para su ópera prima "Un diván en Túnez", una comedia sofisticada que abre una ventana al Túnez posterior a la revolución de 2011, lleno de caos y contrastes, pero también de humor.

"Después de la revolución tuve la sensación de que Túnez había llegado a un punto en que no podías pararle, la gente necesitaba expresarse, ese fue el gran cambio, la palabra ha explotado; yo tuve debates y conversaciones que nunca había tenido antes", dice a Efe la directora, nacida en París en 1982, hija de emigrantes tunecinos.

La película, que llega este viernes a la cartelera española, gira en torno a Selma, una psicóloga que tras estudiar la carrera en Francia regresa a su país de origen con el propósito de abrir su propia consulta. La protagonista es la actriz franco-iraní Golshifteh Farahani, conocida por "Paterson" (2016).

PREGUNTA.- Parece evidente el paralelismo entre la protagonista y usted en lo que supone de reencuentro con Túnez.

RESPUESTA.- Totalmente, aunque no es una película autobiográfica. Yo no me desvinculé del país, iba todos los veranos con mis padres, pero era una relación de proximidad y a la vez de extrañeza. Escribiendo y rodando allí he descubierto un Túnez que no conocía y lo he hecho como adulta independiente, no a través de mis padres.

P.- ¿Y cómo se lo ha encontrado? La película se centra en un momento muy concreto, justo después de la revolución de 2011.

R.- Mis recuerdos previos a la revolución son de un país vivo pero muy discreto a nivel de la palabra, tanto en la esfera política como en la íntima, reservado. Después de la revolución tenía la sensación de que Túnez había llegado a un punto en que no podías pararle, la gente necesitaba expresarse, ese fue el gran cambio. La palabra ha explotado, yo tuve debates y conversaciones que nunca había tenido antes.

P.- ¿Es así como surge la idea de introducir el psicoanálisis en el guion?

R.- El psicoanálisis es una disciplina que me interesa desde hace mucho tiempo, es casi una obsesión, está muy presente en mi vida. Con la revolución vi un paralelismo, un país que hace la revolución es como un individuo que empieza a ir a terapia y a replantearse todo, la familia, sus relaciones... Pensé en Túnez como un paciente que debe deconstruir y reconstruir su camino.

Por otro lado, a título personal, cuando yo mencionaba el psicoanálisis en mi familia y en mi país, siempre surgía un debate y algunas reacciones tragicómicas, gente que me tomaba por loca o que me veía como una traidora...

P.- ¿Los tunecinos son reticentes al psicoanálisis?

R.- Las reticencias de los tunecinos al psicoanálisis no están muy alejadas de las que puede tener un francés o cualquier europeo, hay unas resistencias, pero en la cultura musulmana, con su tradición del grupo, la religión, le da una dimensión suplementaria. Todo eso unido me parecía una ventana interesante para asomarse a un momento preciso de la Historia y contar el recorrido de una mujer que busca reconstruir su identidad.

P.- Llama la atención que la protagonista tenga esa apariencia tan seria, impertérrita, como sumida en su mundo interior que contrasta con el tono de comedia. ¿Por qué decidió construir el personaje con esa apariencia?

R.- Para mi la comedia es una cuestión de equilibrio y de contrastes, me gusta que la dinámica de una escena resida en el contraste entre personajes, que no tengan todos la misma energía porque eso anula la escena. Para mi la risa surge de las situaciones, y no de efectos cómicos de los actores. En este caso concreto me lo imaginaba como un cowboy, un poco Buster Keaton también.

P.- ¿Cómo le ha afectado profesionalmente la crisis del Covid-19?

R.- Mi película se estrenó en Francia un mes antes del cierre de los cines, he tenido suerte relativa porque funcionó muy bien, siempre te queda la sensación de que podía haber ido mejor, pero dadas las circunstancias estoy contenta. Luego se ha retrasado el estreno en otros países como España, pero al menos sale ahora.

El periodo del confinamiento ha sido muy productivo para mi, no tenía ningún rodaje previsto y he podido avanzar en mi siguiente largometraje.

P.- Usted estudió Ciencias Políticas y trabajó un tiempo en el mundo de las finanzas. ¿Qué le llevó al cine?

R.- Tuve un recorrido académico clásico, alejado de las artes, mi familia es modesta, soy hija de emigrantes tunecinos. Estudié política, economía y tuve el trabajo serio con el que soñaban mis padres, pero pasados los 30 decidí darme permiso para arriesgar.

Escribía mucho, pero para mi, y en ese momento pensé que si no arriesgaba algo iba a faltar en mi vida, me iba a sentir frustrada. Así que di el paso, me matriculé en la escuela de cine, pese a no tener ninguna conexión con este mundo. EFE

mt/cc

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