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Lawrence Freedman: Muchos líderes actuales "son excepcionalmente malos"

Muchas veces los analistas afirman que el mundo de hoy afronta una falta de liderazgo que propicia la confusión y las contradicciones actuales. Sin embargo, para el historiador británico sir Lawrence Freedman, el problema no es tanto ese como que los líderes actuales "son excepcionalmente malos".,En entrevista con Efe por la reciente publicación en español de su libro "La guerra futura. Un estudio sobre el pasado y el presente" (Crítica), Freedman

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:33

Fernando Prieto Arellano.

Muchas veces los analistas afirman que el mundo de hoy afronta una falta de liderazgo que propicia la confusión y las contradicciones actuales. Sin embargo, para el historiador británico sir Lawrence Freedman, el problema no es tanto ese como que los líderes actuales "son excepcionalmente malos".

En entrevista con Efe por la reciente publicación en español de su libro "La guerra futura. Un estudio sobre el pasado y el presente" (Crítica), Freedman, catedrático emérito en el King's College de Londres y considerado el mayor experto actual en estudios de estrategia, pone al presidente de EE. UU., Donald Trump, como paradigma de su aserto.

En este sentido, señala que "puede que no todo el legado que deje Trump en el ámbito internacional sea malo", pero su actitud con respecto "a la verdad, la democracia y las alianzas" que tiene suscritas su país "ya ha socavado la vida política de Occidente".

"Sería bueno que hubiera líderes competentes que pudieran explicar los problemas con sinceridad y reconocer que es menester tomar decisiones. Sin embargo, uno de los principales problemas que afrontamos hoy no es la falta de buenos líderes, sino que algunos de ellos son excepcionalmente malos", afirma.

Freedman sostiene que Estados Unidos sigue siendo la gran superpotencia mundial en términos militares; lo que cabe preguntarse, como apunta en su libro, es "si (...) desempeñará y en qué medida un papel determinante en los futuros conflictos".

"Esto depende en gran medida de quién esté luchando contra quién, más que de la causa de esa lucha o dónde se lleva a cabo. En un conflicto cercano al territorio chino o a las fronteras de Rusia, ciertas ventajas pueden no ser tan decisivas", subraya el experto en la entrevista.

En este sentido, Freedman incide en un aspecto muy clásico de la historia de las relaciones internacionales y de la misma historia de la guerra, como es la diplomacia y la eficacia de un sistema de alianzas bien tejido, una tesis que retoma de clásicos como Sun Tzu o Clausewitz.

"En una guerra, la fuerza no se mide solo por las capacidades militares, sino también por la calidad de la diplomacia y la habilidad de adquirir aliados, así como por las reservas económicas y el nivel de apoyo de la opinión pública", destaca.

Por ello, Freedman se pregunta en su libro si Estados Unidos "seguirá gozando de una posición militar tan claramente predominante como hasta ahora", pero recalca que, en realidad, no ha medido sus fuerzas directamente con sus dos grandes rivales en todos los ámbitos, Rusia y China.

"Rusia podría constituir un peligro grave, al menos mientras no se aleje demasiado de su propio territorio nacional, pero su debilidad económica le impide crecer y convertirse en una potencia de magnitud aun mayor", subraya el historiador británico.

China, por su parte, "puede confiar en seguir fortaleciéndose", de manera que, si a esto se añade "la compleja política regional" de Asia, "parece claro" que es aquí donde más probabilidades existen "de que se produzca una guerra entre grandes potencias", aventura.

En opinión de Freedman, "las grandes potencias cuentan con la ventaja de disponer de un arma aérea" muy sofisticada; igualmente, disponen de armamento mucho más preciso que, en teoría, al menos, "les debería permitir no causar víctimas civiles, si así lo desean".

Pero, del mismo modo, y debido a esa gran sofisticación, si esas grandes potencias quieren ser particularmente dañinas con los civiles, tienen la capacidad de hacerlo "mucho más adecuadamente, como ha sido el caso de Rusia en Siria. Todo depende de la estrategia que se quiera llevar a cabo", afirma Freedman.

Algunos analistas han establecido paralelismos entre el momento presente y el conocido como periodo de entreguerras o la Europa de Weimar, desde el final de la I Guerra Mundial, en 1918, hasta el estallido de la Segunda, en 1939.

Para Freedman "siempre es peligroso buscar estos paralelismos en la historia porque estimulan el criterio de que se va a seguir el mismo camino ya trazado y, si esto fuera así, tendríamos que prepararnos para la catástrofe".

"Nos encontramos en un momento difícil pero no debemos sucumbir al fatalismo. Aún queda mucho espacio para resolver las cosas por medios políticos", recalca.

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