Una avioneta atascada en medio de un bosque con árboles, un ciprés desafiando al cielo con un campanario en medio o unas miniescaleras mecánicas para bajar tan solo un escalón, son algunas de las imágenes de la exposición del fotógrafo Chema Madoz, que abre la temporada de la galería Elvira González.

Se trata de 32 fotografías cargadas de poesía y concepto, limpias y ligeras que resumen los dos últimos años de trabajo de Madoz (Madrid, 1958), premio Nacional de Fotografía en 2000.

"Me gusta que el trabajo que hay en ellas se quede en la trastienda porque siempre me ha interesado mostrar más levedad, que respire, que muestren esa levedad", ha explicado el fotógrafo durante la presentación de la exposición que forma parte también de APERTURA Madrid Gallery Weekend.

Las fotografías en blanco y negro de Madoz, que parecen grandes dibujos en blanco y negro, ajenas a las nuevas tecnologías, no existen títulos, una intención buscada por el autor para que cada visitante complete la obra, dice.

"La ligereza en mi trabajo pone la imagen a otro nivel y eso abre puertas a diferentes lecturas, y prefiero que el espectador complete el sentido de la imagen", ha precisado el artista.

La muestra reúne su último trabajo pero en sus fotografías- "que no están hechas con Photoshop, solo están construidas, iluminadas luego fotografiadas"- existen elementos con los que ha trabajado a lo largo del tiempo.

Entre los elementos nuevos, Madoz dice que ahora trabaja con reinterpretaciones a construcciones a través de maquetas que luego fotografía o la incorporación de paisajes.

"Para mí la fotografía es una especie de territorio donde se aglutinan ideas dispares de procedencia muy diferente que al final terminan representando algo homogéneo", ha precisado este creador de imágenes que también obtuvo el premio PhotEspaña en 2000 y Premio de la Comunidad de Madrid, entre otros galardones.