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El color irrumpe en Chillida Leku con Joan Miró

Con Joan Miró el color ha entrado por primera vez en Chillida Leku. El museo dedicado al artista vasco en Hernani (Gipuzkoa) ha abierto de par en par las puertas del caserío Zabalaga para acoger obras de pequeño formato del gran surrealista catalán, que estarán expuestas hasta el 1 de noviembre.

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:44

Con Joan Miró el color ha entrado por primera vez en Chillida Leku. El museo dedicado al artista vasco en Hernani (Gipuzkoa) ha abierto de par en par las puertas del caserío Zabalaga para acoger obras de pequeño formato del gran surrealista catalán, que estarán expuestas hasta el 1 de noviembre.

Los dos creadores fueron buenos amigos y prueba de ello son las cartas manuscritas que se muestran en esta exposición que, bajo el título "Miró en Zabalaga", se presenta como "un canto al arte y la amistad".

Con la pieza "Eye Benches III" de Louise Bourgeois, Chillida Leku se estrenó con obras de otros artistas. Se pudo contemplar el pasado año en las campas del museo, donde ahora se exhibe "Reaching Out", del británico Thomas J. Price, que muestra a una joven negra mirando la pantalla de un móvil.

Pero las paredes del antiguo caserío rehabilitado no las había traspasado nadie hasta ahora. Las tres salas de su planta superior han sido ocupadas por los personajes fantásticos que Miró construyó con elementos dispares y por su colorista obra gráfica, esas imágenes características que parecen necesitar siempre la compañía del negro.

Para la comisaria Estela Solana, introducir el color en el caserío, donde priman la austeridad y los tonos terrosos, ha supuesto "el mayor reto". Lo ha dicho este viernes en la presentación de la muestra a los medios de comunicación junto al presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, Luis Chillida, y la directora del museo, Mireia Massagué.

Esta última se ha referido a la "gran responsabilidad" hacia los dos artistas que ha conllevado organizar la exposición. "Es la primera vez que entra el color en Chillida Leku, el color de Miró que se acoge como si siempre hubiera estado aquí", ha destacado.

Antes de acceder al caserío, el visitante podrá contemplar dos esculturas monumentales, "Oiseau Solaire", una pieza realizada en mármol de Carrara de dos toneladas, que es el punto de partida de la exposición, y "Femme", obra fundida en bronce y coronada por una enorme concha de caracol. "Un pájaro y una mujer, motivos esenciales del imaginario Miró", ha destacado Solana.

Ninguna de las dos había salido de la Fundació Joan Miró de Barcelona y ahora, desde el exterior del caserío son el prólogo de una visita en la que se suceden personajes-escultura que la "mente libre e inagotable" de Miró erigió con materiales y objetos cotidianos.

Ya en el interior, el recorrido comienza con dos litografías, "Quelques fleurs pour des amis", de 1964, la primera dedicada a Pierre y Patricia Matisse, y la segunda en homenaje a Aimé Maeght, que fue el galerista de Chillida y Miró.

A la exposición se ha sumado un gran tapiz, tejido por Josep Royo entre 1989 y 1991 a partir de una litografía de "Le lézard aux plumes d'or", el primer libro que Miró ilustró y para el que escribió los poemas.

Miró falleció en 1983, diecisiete años antes de la inauguración del museo de Hernani. Luis Chillida ha dicho que, de haber vivido, el creador catalán habría acudido a Zabalaga de la misma forma que Eduardo Chillida y Pilar Belzunce hacían siempre lo posible por visitarle en Mallorca. El recuerdo que tiene de su relación es el de una amistad que "iba más allá", a "la complicidad".

Aunque no sólo la amistad fue el nexo entre dos artistas tan diferentes. "El sentimiento de pertenencia a su tierra, la experiencia en París en su juventud, donde vivieron el influjo de las vanguardias artísticas cada uno en su tiempo, y la necesidad de retornar al origen son algunas experiencias vitales comunes que marcaron tanto el sentido de la obra de Joan Miró como la de Eduardo Chillida", ha señalado la comisaria de la muestra.

La obra de Chillida ha sido objeto de dos exposiciones individuales en la Fundació Miró de Barcelona, una en 1986 y la segunda en 2003, una retrospectiva organizada al año siguiente de su fallecimiento. Con "Miró en Zabalaga" se cierra ahora "el círculo de un diálogo artístico".

Un programa de talleres y actividades paralelas esperan al visitante durante los meses de la exposición, que se abre al público este sábado.

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