La búsqueda de la libertad, examinada desde las clases marginales y vista desde la élite social, ha sido abordada hoy a través de sendas películas firmadas por el argentino Pablo Trapero y el español Nicolás Pacheco, que han competido hoy en la sección oficial del festival de Valladolid (63ª Seminci).

En su ópera prima, el español Nicolás Pacheco ha desplegado un alegato sobre la libertad individual, principalmente centrado en las mujeres de ámbitos marginales, mientras que el argentino Trapero se ha centrado en la liberación que varias mujeres de clase social alta solo logran cuando sueltan el lastre de un oscuro episodio del pasado.

"Es mi primera obra y he puesto mucho cariño, amor y esfuerzo en ella. Además, la he hecho con toda la libertad del mundo y hoy en día que un director diga que firma su película al cien por cien es un hito", ha afirmado Pacheco (Sevilla, 1980) durante una rueda de prensa posterior a la proyección de "Jaulas".

Rostros populares de la gran y pequeña pantalla como los de Antonio Dechent y Manolo Caro comparten elenco con actrices como Estefanía de los Santos y la joven Marta Gavilán, madre e hija en una familia de mercheros asentada en un barrio marginal de Sevilla desde donde emprenden una huida hacia adelante.

"Es una obra que he hecho de una manera instintiva, sin pretender parecerme a nadie sino a lo que he vivido, a mi Andalucía y mi gente. De ahí que el papel de la mujer sea tan importante en la historia porque Andalucía sigue siendo una sociedad muy matriarcal", ha analizado Pacheco.

Todos los personajes son víctimas de sus vidas al límite de la subsistencia, una opresión de la que tratan de escapar pero o no saben, o no pueden o se resignan a la función que les ha sido asignada y en la que tratan de vivir lo más felices que pueden.

"La película es una fábula contemporánea que refleja a las mujeres como referentes de su propia liberación, en este caso no la propia, sino la que busca una madre para su hija y eso es algo que estamos viviendo hoy en día en España: un cambio emocionante y prometedor del papel de la mujer", ha puntualizado el autor de la película.

En su filme, titulado "La quietud", Trapero (San Justo, Argentina, 1971) ha dibujado a su país como un lugar "lleno de oportunidades y contradicciones", a través de una trama donde no obvia episodios oscuros del pasado vinculados a la época de la dictadura militar (1976-1983).

"No creo que la sociedad argentina sea horrorosa. Argentina es un país lleno de oportunidades y contradicciones y depende de muchas cosas querer vivir allí como el compromiso, las ganas o la propia suerte", ha explicado durante una rueda de prensa Trapero, que ayer se encontraba de rodaje en Casablanca (Marruecos).

"La quietud", su noveno largometraje de ficción, toma el nombre de una finca adquirida a precio de saldo por una familia de la élite del país durante la dictadura militar (1976-1983), propiedad de presos políticos prácticamente despojados de su patrimonio a cambio de promesas de libertad, beneficios penitenciarios o de sus propias vidas.

Esta época del reciente devenir de Argentina, temática recurrente en la filmografía de ese país como en España ha ocurrido con la Guerra Civil y la Memoria Histórica, opera como trasfondo de un filme donde se suceden pasiones, odios y afectos entre las tres mujeres de una familia, dos hermanas interpretadas por Martina Guisman y Bérenice Bejo, y la madre, encarnada por Graciela Borges.

Otra de las películas que ha tenido su espacio en la sección oficial durante esta cuarta jornada de la Seminci ha sido la opera prima del joven director sueco Gustav Möller, "Den skyldige" (El culpable), estrenada a nivel internacional en Sundance y que contó con el apoyo del Instituto Danés de Cinematografía.

En esta historia policíaca, Asger Holm (Jakob Cendergren) es un agente de policía relegado a un puesto de emergencias telefónicas después de un misterioso incidente laboral por el que deberá acudir a declarar al día siguiente de recibir una desesperada llamada pidiendo auxilio.

Tras la línea, oculta durante todo el metraje, Iben (Jessica Dinnage) mantiene una angustiosa conversación telefónica con el agente mientras permanece retenida contra su voluntad por su exmarido. Sin embargo, a medida que avanza la trama, ambas historias, la personal del agente y la de la mujer secuestrada toman tintes dramáticos.