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ARIADNA CASTELLARNAU (Entrevista)

Castellarnau: Uso el género fantástico como recurso para deformar la realidad

Ariadna Castellarnau, ganadora con su primera novela del Premio Las Américas a la mejor novela hispanoamericana de 2015, publica ahora el libro de cuentos "La oscuridad es un lugar", en el que "el género fantástico es un recurso literario para deformar la realidad".,En una entrevista con EFE, Castellarnau señala que, en relación con su primera novela, "Quema", hay elementos comunes y situaciones parecidas: "Se habla de vínculos familiares, siempre desde un e

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 11:29

Jose Oliva.

Ariadna Castellarnau, ganadora con su primera novela del Premio Las Américas a la mejor novela hispanoamericana de 2015, publica ahora el libro de cuentos "La oscuridad es un lugar", en el que "el género fantástico es un recurso literario para deformar la realidad".

En una entrevista con EFE, Castellarnau señala que, en relación con su primera novela, "Quema", hay elementos comunes y situaciones parecidas: "Se habla de vínculos familiares, siempre desde un enfoque fantástico".

Comenzó "La oscuridad es un lugar" como una vía de escape en un momento en que se quedó encallada una novela en la que estaba trabajando y al concluir ocho relatos vio que había "un libro latente", aunque reconoce que "resulta difícil determinar cuándo das por acabado un libro de cuentos".

En cualquier caso, advierte que "no es una recopilación de relatos escritos, sino que han sido concebidos para formar un volumen" y concluir el libro es finalmente una "sensación muy personal" de que había tratado de manera suficiente "la temática de las relaciones familiares desde un enfoque fantástico o incluso de terror".

Castellarnau (Lleida, 1979) explica que el título "La oscuridad es un lugar" viene de un verso de Dylan Thomas que dice "Dark is a way and light is a place", con "la idea de la vida como un túnel, una lucha desde las tinieblas hasta luz, que está implícita en cada uno de los cuentos del libro".

Sin embargo, añade la autora leridana, sus personajes "no transitan la oscuridad, como sugiere el verso de Thomas, sino que la habitan, real o metafóricamente, pues la mayor parte de ellos están atrapados en dinámicas familiares asfixiantes, otros en el miedo, la frustración o la culpa, así que el lugar oscuro es la familia, los padres, la pareja o la propia vida".

Halagada por haber sido comparada con Mariana Enríquez, Samanta Schweblin o Paulina Flores, Castellarnau piensa que tiene puntos en común con ellas, sobre todo en lo tocante al género, aunque "lo que hacen es diferente: Mariana Enríquez se adentra en el género de terror urbano, y en Samanta Schweblin es más lo fantástico".

Opina la autora que ella toca el género, pero más que nada piensa que para ella es una "excusa, una forma de mentir para decir la verdad; y en lugar de transcribir la realidad de esas relaciones familiares me gusta más mostrarlo de forma distorsionada".

En los cuentos de Castellarnau subyace una parte fantástica, pero también hay una base real, con parejas rotas, familias disfuncionales, solitarios, la maternidad y el sentimiento de culpa y casi siempre ubicado en un ámbito muy familiar.

La escritora argumenta que "mientras Enríquez o Schweblin hacen un trabajo real sobre el género, tratando de innovar o jugando con las reglas", para ella eso no es prioritario sino que se sirve del género para "trabajar aspectos reales, relaciones rotas, relaciones de padres e hijos, utilizar el género para deformar la realidad a fin de acceder a una nueva realidad".

Y añade: "Esa deformidad de la realidad me permite ir a lo más profundo, a lo que está oculto. Me parece que cuando trabajas con una materia como la imaginación, te permite ir a la conciencia entre nuevos mundos, al reverso de las cosas, la cara B de la realidad".

Preguntada por el género del relato, Castellarnau, que vivió durante un tiempo en Argentina, confiesa que "el cuento te da una satisfacción casi inmediata".

Recordando las palabras de Stevenson, que decía que el problema con la novela es la longitud, mantener el tipo durante tantas páginas y tanto tiempo de escritura, Castellarnau opina que "la novela es una carrera de fondo, que exige una fortaleza espiritual que a veces falla; y, en cambio, el cuento, por su brevedad, te concede la inmediatez, aunque luego tardes tres meses en corregirlo".

En la novela, añade, es casi necesario que haya "estepas para descansar el texto", mientras que "en el cuento se juega más con la tensión, algo que es sugerente y un reto, así que tiene una exigencia mayor de la técnica, porque todo queda muy expuesto".

De su experiencia argentina, cree que no le influyó literariamente a pesar de la gran tradición cuentista del Río de la Plata: "Lo que más me sirvió fue el sentirme extranjera, verme desarraigada, aunque haya una cultura parecida y el mismo idioma. Todos mis referentes quedaban lejos y eso, que supuso un duelo, también me dio libertad creativa".

Como autora admite ser algo "maltratadora" con sus personajes, si bien cree que en el último de los ocho relatos, "El hombre del agua", concede a la protagonista su momento de redención. "A mi modo, les doy una suerte de esperanza oscura".

Después de este libro de cuentos, Castellarnau tiene pensado retomar la novela aparcada en la que estaba trabajando, una novela que será una continuidad de sus intereses, en la que, anuncia, hablará de "un linaje femenino, de relaciones entre madres e hijas, pero creo que con un marco fantástico".

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