El Museo Arqueológico de Asturias exhibe desde este martes la conocida como "espada de Sobrefoz", una pieza datada a partir del año 1.100 antes de Cristo y que se daba por perdida hasta el año 1998, cuando fue descubierta por el arquitecto Maximino Blanco del Dago al realizar reformas en una casa familiar del coleccionista Sebastián de Soto Cortés.

Esta espada pistiliforme, que los expertos califican de excepcional pieza de la Edad de Bronce asturiana, ha sido donada por la hermana de Maximino Blanco del Dago, María Victoria, para preservar su valor arqueológico y ponerlo a disposición para la investigación.

En un acto al que han asistido el presidente del Principado, Adrián Barbón, y la consejera de Cultura, Berta Piñán, el que fuera catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo Miguel Ángel de Blas, gran especialista en la Edad de Bronce asturiana, ha incidido en la importancia histórica de la espada pistiliforme de Sobrefoz.

La espada, descubierta en un primer momento en 1878 en una cuerria (cercado circular de piedra) del pueblo de Sobrefoz, en el concejo asturiano de Ponga, se identifica como perteneciente a la familia de las espadas con lengüeta tripartita y, dentro de ellas, al grupo de las pistiliformes atlánticas.

Los especialistas calculan que la pieza se enmarca en una cronología a partir del año 1.100 a.C. y destacan su carácter atlántico por sus paralelismos con piezas halladas en Galicia, el occidente de Francia y las islas británicas.

Tras su descubrimiento en Sobrefoz y su pertenencia a la colección de bienes arqueológicos de Sebastián de Soto Cortés, uno de los grandes coleccionistas de Asturias, el rastro de la espada se difuminó y es muy probable que ya en los años 30 del pasado siglo no estuviera localizada.

Maximino Blanco del Dago, arquitecto técnico establecido en Cangas de Onís, la redescubrió en 1998 al realizar reformas en una vivienda próxima al palacio de Labra, casa familiar de Soto Cortés.

Pese a estar especializado en la rehabilitación de edificios históricos, como el propio palacia de Labra, y en la construcción de hoteles rurales y casas de aldea, la labor de Blanco del Dago más reconocida fue la de adquirir, conservar y dar valor a un rico patrimonio popular y formar una gran colección de cerámica con piezas de alfareros asturianos, muchos de ellos ya desaparecidos.

De hecho, en 1995 inauguró el Museo Basilio Sobrecueva para dedicarlo al mundo de la cerámica.