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Agustín Jiménez: “Un cómico debe hacer de villano para que lo tomen en serio”

Andrea Menacho Díaz

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 12:29

Andrea Menacho Díaz

El actor y humorista Agustín Jiménez, que regresa después de cuatro años al Teatro Romano de Mérida con "El aroma de Roma", considera que para que a un cómico lo tomen en serio tiene que hacer de villano, y confiesa sentirse cómodo encarnando al "malo de la película" en este musical de gladiadores.

El cómico extremeño (Trujillo, 1970) explica en una entrevista con Efe que ser el antagonista de la obra "es la naturaleza lógica del proceso artístico de creación de personajes" y declara que le entusiasma hacer de personajes crueles a los que la gente quiere a pesar de su maldad.

En El Aroma de Roma, una comedia musical "al más puro estilo Broadway", ambientada en la Roma del emperador Nerón, Jiménez dará vida al senador y director de una escuela de gladiadores, Pisón, un conspirador que quiere llegar a ser emperador, además de cantar y bailar a ritmo de pop y rock.

El desencadenante de la trama será Cayo (Leo Rivera), un bailarín que, tras ofender a Nerón en una de sus famosas fiestas bacanales, decide esconderse en una escuela de baile pero, por error, acaba en la escuela de gladiadores de Pisón, donde se ve envuelto en una conspiración para derrocar al controvertido emperador romano.

Según apunta Jiménez, el argumento esconde el enfrentamiento entre las artes y la violencia, pues la lucha de gladiadores era un espectáculo en el que moría gente, una cuestión que puede extrapolarse a tradiciones que aún se conservan.

De su personaje, el actor resalta que es el malo de la película, pero también un fanfarrón que alardea de su valentía y, sin embargo, en situaciones complicadas se acobarda. De hecho, es esa cobardía lo que hace que la gente le abrace, aunque sea muy cruel, apunta.

La obra, dirigida por el mago y músico Woody Aragón y los hermanos Lancha, refleja "partes muy reales de una confabulación contra el emperador", en su opinión, "muy histriónico e histórico".

Tanto la puesta en escena como la música es muy sugerente porque el Teatro Romano así lo exige, destaca Jiménez, para quien no se puede venir a hacer fuegos artificiales delante de la eclosión de una estrella.

Para el cómico, esta comedia de enredos en formato musical es "divertimento y, en este sentido, señala que, a pesar de que con música es más complicado hacer reír al público, la comedia tiene mucho de música porque el ritmo y el tono son buenos indicadores para saber cuándo puede entrar un chiste.

Del trabajo conjunto con el resto del elenco resalta que han tenido que aprender los unos de los otros, ya que el montaje es el resultado de la combinación de tres disciplinas, "la actoral, la coreográfica y la musical".

En este sentido, espera que el público del Teatro de Mérida se adentre en la obra desde el inicio cuando se abran las puertas de la ciudad de Roma, para dejarse llevar y divertirse.

Jiménez, que compagina el trabajo en este montaje con otros proyectos como la gira de Un Oscar para Óscar y la preparación de un "remake" de 'La cena de los idiotas', reconoce que regresa a Mérida con una "sensación de triunfo" porque llegar hasta aquí fue una de las metas que se marcó como artista, "algo muy grande".

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