FIN DE AÑO
Morente (Córdoba) celebra el fin de año a mediodía como secuela solidaria de la pandemia
Álvaro Vega
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Álvaro Vega
Justo cuando en sus antípodas, en Nueva Zelanda, comenzaba 2024, al mediodía de este domingo, la aldea de Morente, en Bujalance (Córdoba), ha celebrado el advenimiento del nuevo año con la toma de las uvas en una secuela solidaria de la pandemia que se ha convertido en otro atractivo turístico de esta población de 87 vecinos.
El fin de año del aquel 2020 del confinamiento, a los responsables de la asociación de vecinos de Morente se les ocurrió que, para seguir con el proceso de socialización que se habían empezado para superar el aislamiento por la covid-19, lo mejor era celebrar el fin de año al mediodía para facilitar la presencia de los vecinos, 44 hombres y 43 mujeres.
Así lo ha explicado este domingo a EFE Inma Coca, presidenta de la entidad vecinal, para quien, desde entonces, Morente ha experimentado "un cambio fuerte" porque "se le está dando mucha vida" a la aldea.
Actividades para perder el miedo a la pandemia
Antes de esta celebración habían comenzado otras actividades para que los mayores perdiesen el miedo a salir de sus casas, pese a que en la aldea no se había registrado ni un solo caso de covid-19 durante la fase álgida de la pandemia.
Cuando se acercaba esa primera Navidad tras el confinamiento, una nueva vecina eventual de Morente, Emma Reyes, que había comprado una casa junto a su marido, recorría las calles de la aldea y se paraba a hablar con los mayores, que no salían de sus casas.
Era la época de los cierres perimetrales por provincias y era alta la probabilidad de que tuviesen que pasar las fiestas en soledad y se le ocurrió que se podía reunir en la plaza, una especie de gran salón de reuniones al aire libre y "hacer algo, como decorar el pueblo y así de alguna manera que empezásemos a perder el miedo y relacionarnos", según ha referido a EFE.
Con esta iniciativa, que se unió a la celebración a mediodía, con doce horas de adelanto, de la entrada del nuevo año, comenzó lo que hoy es 'Gnomos mágicos de Morente', un foco de atracción turístico que tres años más tarde atrae a miles de personas en las fiestas navideñas y que ha cambiado el devenir vital de Morente.
De Bilbao a Morente
Una de las asistentes hoy ha sido Victoria López, de 48 años, cuyos padres compraron una casa en Morente cuando tenía 7 años para ir los fines de semana y los veranos desde Córdoba. Desde entonces no se ha perdido una fiesta de Navidad en la que considera sus calles de referencia.
Ahora vive en Bilbao. "Mi marido, que es vasco, sabe que las Navidades son sagradas en Morente", dice resolutiva a EFE. Este, Lázaro, asiente jocoso: "Está en el contrato". La hija de ambos, de 13 años, ha heredado "el cariño por el pueblo y tengo la suerte de que está viviendo la misma infancia que viví yo", sentencia Victoria.
En las fiestas de 2020, la modesta decoración navideña atrajo a personas de las poblaciones cercanas y en las siguientes los adornos se reforzaron con gnomos porque eran figuras que "podían transmitir simpatía, alegría y dulzura" y se ubicaron doce. En 2022 se prepararon un centenar y este 2023 han sido ya 390 los realizados por la propia población morenteña.
Aquellos movimientos solidarios con la población mayor se han convertido en una efectiva operación contra la despoblación.
La idea es empezar a crear necesidades a través del turismo y que la actividad llame a más actividad. De momento, Morente camino de abrir su tercer alojamiento rural y tiene lista de espera en su mercado inmobiliario. Tras veinte años sin una sola transacción, se han vendido dieciocho casas en los últimos cuatro años y hay un proyecto de ampliación del espacio urbano para construir nuevas viviendas.
El vicepresidente de la asociación de vecinos, Juan Luis López, cuenta a EFE que "se han incentivado muchísimo las actividades desde la pandemia para volver a dinamizar la vida en el pueblo".