Cuando terminó la “guerra fría” pareció que el mundo podría conocer, al fin, una nueva etapa de paz tras su convulsa historia de violencias. Sin embargo el miedo y la desconfianza se han adueñado de las relaciones internacionales. Apenas se vislumbra una posibilidad de paz, surgen nuevos conflictos o se atizan los antiguos con nuevas amenazas para la estabilidad mundial. Lo vemos estos días en el Cercano y el Lejano Oriente, donde aparecen y desaparecen los intentos de negociar acuerdos de paz que apenas se sostienen mientras se firman, como ocurrió con los Acuerdos de Oslo entre Israel y los palestinos.

Hoy mismo, después del histórico reencuentro entre las dos Coreas, la del Norte amaga con suspender su anunciada “cumbre” con Estados Unidos como consecuencia de unas inoportunas maniobras militares en el sur. La guerra continúa en Siria con sus alianzas y contra-alianzas, alimentadas por el miedo a las ambiciones de Irán y de Arabia Saudita. Como guinda de esta escalada tenemos el nuevo baño de sangre entre los habitantes de Gaza provocado por el miedo israelí a verse desbordado por una población hundida en la miseria y la desesperación, que reclama el retorno de los palestinos obligados a huir de sus tierras hace 70 años.

El hecho es que las relaciones internacionales se ven agarrotadas por la desconfianza y el miedo, mientras el tráfico de armas hace su agosto. Y como siempre, hace falta más coraje e inteligencia para construir la paz que para alimentar la guerra.