J.L. Restán | Línea Editorial
Falta una gobernanza mundial
Este domingo en Münich, después de que se haya celebrado la cumbre de la OTAN y del G7, Merkel aseguraba que Europa está sola para hacer frente a los restos de la globalización. La propia Merkel reconocía horas antes que la reunión de los siete países más industrializados del mundo había terminado en fracaso. No hubo acuerdo para luchar de forma conjunta contra el cambio climático ni para responder, de forma conjunta, al reto del flujo migratorio. Trump, encerrado en un nacionalismo con elementos tóxicos, no permitió avances significativos. Tampoco el Reino Unido parece dispuesto a colaborar en alguna forma de gobernanza mundial, más necesaria que nunca. La globalización ha disuelto, de hecho, las soberanías de los Estados nacionales, al menos tal como fueron definidas en Wetsfalia a mediados del siglo XVII. En esta situación se hacen necesarias instancias regionales y globales que, de un modo nuevo, concreten la prioridad del bien común, de la política y de la ética, materialicen la ordenación y la regulación de la economía. Ni los intereses particulares ni el nacionalismo van a construir un mundo más justo. Merkel, que nació tras un muro, ha recordado también que no son los muros los que proporcionan el éxito, sino las sociedades abiertas.
Actualizado02 feb 2023
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