La Unión Europea no ha dudado en mostrar su apoyo al Gobierno de España ante el desafío independentista en Cataluña. La celebración del Consejo Europeo ha ratificado la necesidad de frenar el dislate separatista e introducir de nuevo la legalidad constitucional. Así se lo han hecho saber expresamente a Mariano Rajoy tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como la canciller Alemana Angela Merkel. Apoyos que ha sintetizado el presidente del parlamento europeo, Antonio Tajani, cuando ha dicho que “nadie en Europa podría aceptar que una región declare la independencia”, y que en ningún caso Pugidemont puede pensar en convertirse en un socio al mismo nivel que España.

Los líderes europeos son conscientes de que la independencia de Cataluña se convertiría en una amenaza sustantiva para la unidad del proyecto europeo. En un momento en que está pendiente la difícil aplicación del Brexit, Europa no puede permitirse un proceso de disgregación que la introduciría en una crisis profunda. La Unión Europea, por más que digan los supuestos europeístas catalanes que apoyan la independencia, es una realidad basada en la suma y no en la separación, en la voluntad común de los Estados miembros de articular la convivencia sobre el progreso y la estabilidad que nace de la unidad. Europa lo ha dejado claro: esperemos que en España se tenga en cuenta a la hora de no perder el pulso del relato más allá de nuestras fronteras.