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8ª FERIA DE FALLAS

Ponce sale a hombros en Valencia tras su enésima invención

El valenciano cortó dos orejas tras cuajar un toro por el que nadie apostaba. Ureña, oreja y cogida.

Enrique Ponce en su salida a hombros este sábado de la plaza de toros de Valencia

Enrique Ponce en su salida a hombros este sábado de la plaza de toros de Valencia@torosvalencia

Sixto Naranjo
@sixtonaranjo

Director de ‘El Albero'

Valencia

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 18 mar 2018

Rompió la ovación tras el paseíllo. El recuerdo a la emotiva tarde de Paco Ureña en la pasada Feria de Julio resonaba aún en la memoria de los aficionados valencianos. Enrique Ponce que por allí pasaba comenzó a saludar. Se lo recriminaron algunos y el valenciano invitó a sus compañeros de terna a salir al ruedo para corresponder al público.

El primero de Domingo Hernández salió probón en el capote de Ponce. Sin pasar, pendiente de la anatomía del torero. Rompió el toro tras su paso por el caballo y se fue a por el de Chiva mientras brindaba. Los doblones terminaron de fijar la embestida del animal. Otra tanda por abajo vino después aunque ya más cerrado en tablas. Después llegó el toreo ligado siempre en la pala del pitón. Sin solución de continuidad engarzaba Ponce los redondos, templado, acompasado todo. El toro era puro almíbar. Al natural bajó la intensidad, que retomó el diestro con sus clásicas ‘poncinas’. La estocada viajó entera pero muy caída. Ahí se agarró el palco para no conceder la oreja que pidió el público. La bronca tuvo ribetes de mascletá fallera.

Mucha menos historia tuvo la lidia del segundo toro de Domingo Hernández. La cara tapaba su vareada anatomía. Lo que no pudo ocultar fue su nulo fondo de casta. Embistió siempre con una sosería exasperante. Como en el quite por gaoneras que dejó Paco Ureña. La faena de muleta de Alejandro Talavante fue un breve trámite. Con muchas precauciones, lo probó con una tanda por cada pitón para irse raudo tras de la espada.

Bajó muchos enteros la abecerrada presentación del tercero con el hierro de Garcigrande. Impropio de Valencia. Y para agravar aún más la situación, sin fondo para tan escasa forma. Ureña, tras una faena que discurría sin decir nada y en la que se le veía hasta amontonado, recurrió a un arrimón final para despertar a los tendidos. Ese atragantón en dos tandas en redondo y unas manoletinas finales levantaron algo el tono del trasteo. Pero un pinchazo previo a la estocada dejó todo en una ovación final de reconocimiento.

Tampoco mejoró la presentación del cuarto toro. Más regordío que cuajado y sin perfiles. Un astado éste de Garcigrande que manseó de lo lindo en los primeros tercios. Pidió tranquilidad Ponce. Sabía que podía ocurrir lo que finalmente pasó. Se inventó su enésimo toro por el que nadie apostaba a priori. Lo sobó de inicio por el lado derecho y comenzó a romperse de verdad con él cuando cogió la zurda. Por ahí el toro iba más largo y lo aprovechó el valenciano. Cuando parecía que la faena estaba hecha y Ponce ya había cogido la espada de verdad, llegó la apoteosis. Varios molinetes de rodillas y las poncinas elevaron los gritos de “torero, torero” desde los tendidos. Sonó un aviso con Valencia y el toro de Garcigrande rendidos a los pies de Enrique Ponce. Un pinchazo y una estocada trasera y caída no fueron impedimento para las dos orejas. El público las pidió y el presidente no quiso líos esta vez. El criterio de Valencia...

El escaso quinto hizo levantar alguna esperanza cuando Talavante le presentó la muleta al natural en la primera serie. Puro espejismo. En la segunda comenzó a pensárselo, a salir suelto. Esto, unido a la tarde gris de Talavante, hizo que la faena nunca cogiese vuelo. 

El sexto lució de nuevo el hierro de Domingo Hernández. Altón pero sin remate alguno. Esas hechuras traían además un comportamiento áspero. Movilidad sin clase, metiéndose por dentro a partir del tercer muletazo de cada tanda. La firmeza de Ureña era de cara o cruz y salió cruz cuando se lo llevó por delante en un arreón de puro manso. Lo encunó el toro hasta en dos ocasiones. El final, ya repuesto, fue un toma y daca entre la entrega del torero y la violencia del toro. La estocada final dio paso a una oreja ganada a fuego.


FICHA DEL FESTEJO 

Valencia, sábado 17 de marzo de 2018. 8ª de Feria. Lleno.

Toros de Domingo Hernández (1º, 2º y 6º) y tres de Garcigrande (3º, 4º y 5º), terciados y de pobre presencia en conjunto. Encierro bajo de raza, todos de nobleza pajuna en el último tercio.

Enrique Ponce, vuelta tras petición y dos orejas tras aviso.

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Alejandro Talavante, silencio y silencio tras aviso.

Paco Ureña, saludos y oreja.

Parte médico de Paco Ureña: "Politraumatismo con varetazos en pierna derecha, erosiones en ambos miembros inferiores, contusión costal y cervicodorsal con evidente contractura del raquis cervical y ausencia de síntomas de compromiso sensitivo y motor en miembros superiores e inferiores. Ante la persistencia de dolor traumático en el tránsito cervicodorsal, se le practica un BODY-TAC, con resultado normal".

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