En la presentación, que ha tenido lugar en la sala Bienvenida de la monumental madrileña, ha participado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que ha recordado al maestro sevillano como "el símbolo" del toreo eterno, "un espejo" para todos los toreros posteriores a él y "uno de los más grandes" de la historia del siglo XX.

La obra, la primera de la colección 'Memorias' de la editorial El Paseo, hace un recorrido de la vida y obra del considerado 'Sócrates de San Bernardo', barrio sevillano en el que Pepe Luis nació en 1921, muy próximo al matadero municipal, y donde "empezó a soñar el toreo dando 'chaquetazos' a las vacas vieja", ha desvelado uno de los autores, Antonio Lorca, crítico taurino de 'El País'.

Lorca ha confesado que con este nuevo libro se ha pretendido "resucitar a un torero de época", pero también mostrar al aficionado "la extraordinaria" personalidad y valor humano "de un hombre cabal, un caballero de los de antes, bueno por naturaleza, amante del campo, humilde, familiar y muy discreto".

Tanto que, cuenta Lorca, pretendió renunciar a la medalla de oro al mérito de las Bellas Artes, de 1998, primero porque era un hombre "que se ruborizaba ante los halagos y reconocimientos" y segundo porque viajar de Sevilla a Santiago de Compostela era "mucha tela" para él.

Pero, al final, convencido por su esposa, recorrieron juntos los 800 kilómetros que separan ambas ciudades para recibir la distinción de manos del rey Juan Carlos.

"Y es que Pepe Luis al final hacía lo que decía su 'musa', Mercedes Silva, una mujer con la que logró hacer reinar sus sueños: sacar adelante a sus abuelos, a sus padres, a sus siete hermanos, llegar a ser figura del toreo, retirarse joven y a tiempo, y ser tremendamente feliz en una vida de hogar al lado de sus siete hijos", concluía Lorca.

El otro autor de la obra, el también cronista taurino sevillano Carlos Crivell, ha asegurado que la vida de Pepe Luis es de lo más "novelesca", y ha recordado también cuando acompañaba a su padre a la plaza de toros de Sevilla, donde trabajaba de matarife, y donde empezó a conocer a los grandes de aquella época: Niño de la Palma, Marcial Lalanda, Belmonte o Chicuelo, sus grandes espejos.

También cuando se tiró por primer vez a un ruedo en la sevillana finca de El Quintillo, cuando debutó por primera vez en la Maestranza en la parte seria de un espectáculo cómico taurino, el 7 de agosto de 1937, sus primeras 'sin caballos', algunas al lado de Manolete, hasta su alternativa, también en Sevilla, el 15 de agosto de 1940.

"Allí, aquel jovencísimo y rubio torero empezó a desarrollar lo que posteriormente llegó a ser: un torero intuitivo, el máximo representante de la pureza y de la naturalidad, con gran capacidad lidiadora y mucho temple, inteligencia, gracia y duende, un concepto que debe permanecer por siempre en la fiesta de los toros", ha concluido Crivell.

El acto ha contado también con la asistencia del director gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Manuel Ángel Fernánez, y el periodista Javier López Galiacho.