El diestro David Fandila "El Fandi" y el rejoneador Andrés Romero salieron hoy a hombros al término del tradicional festival taurino de Almería, en el que, sin embargo, los cerca de 5.000 espectadores que se dieron cita en los tendidos se dieron de bruces con un descastado encierro de Fuente Ymbro.

Se lidiaron novillos de Fuente Ymbro, en general, sin casta ni empuje. Los mejores, los que hicieron segundo y tercero, sin marcar tampoco alta nota en la agenda del ganadero. El primero fue un utrero para rejones de Martín Lorca, que se paró pronto.

El rejoneador Andrés Romero, que sustituía a Diego Ventura, dos orejas.

Curro Díaz, oreja con petición de la segunda.

David Fandila "El Fandi", dos orejas.

Cayetano, ovación.

Alberto López Simón, silencio.

El novillero Jose Cabrera, oreja con petición de la segunda.

La plaza registró alrededor de media entrada en los tendidos en mañana soleada.

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LA DESCASTADA NOVILLADA EMBORRONA EL FESTIVAL

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Abrió plaza un novillo alto y fuerte de Martín Lorca para rejones, que se topó con la cuadra de Andrés Romero. Pronto se paró el novillo y tuvo que llegarle mucho el jinete para provocarle las embestidas. Remató la faena con un rejón contrario y cortó las dos orejas. Algún día habrá que dignificar los trofeos de los rejoneadores, hoy no ha sido ese día.

En la lidia de a pie, Curro Díaz dejó lo que a la postre serían los pasajes más artistas de la mañana. Hubo mucha torería en los remates, en las series de derechazos y, antes también, en su capote.

Probablemente le faltara conexión con un tendido más dispuesto a la alegría que a entrar en profundidad en la faena, lo que benefició al Fandi, que sorteó tal vez el mejor novillo del envío, y con el que mantuvo el diapasón alto después de las banderillas y cortó dos orejas para salir a hombros.

Cayetano estuvo voluntarioso sin encontrar las distancias con un novillo bruto y protestón de Ricardo Gallardo y López Simón pasó olímpicamente del que le correspondió en suerte, manso y huidizo, matándolo con una apática estocada que hizo guardia.

El novillero local José Cabrera bregó con un manso que se refugió en tablas sin destacar nada más que en un vibrante tercio de banderillas. Aún así le arrancó una oreja.