Después de la moruchada grandona de Garcigrande y Domingo Hernández, dio gusto ver salir por chiqueros una corrida pareja y en tipo del hierro matriz de Juan Pedro. El toro de Sevilla, así en un tópico. Toros de armónicas hechuras, con su trapío necesario. Nadie pide más, ni tampoco menos. Todo en su medida.

Si a esas hechuras le añadimos un comportamiento más que interesante en cuatro de los toros que han saltado del hierro ducal, podemos hablar de un buen encierro de Juan Pedro. A excepción del lote de Ponce, hubo cuatro toros que sumaron cualidades para subir la nota media de la corrida.

Dos orejas, una en cada toro, fue el balance del triunfador numérico del festejo. José María Manzanares se agarró a su eficacia estoqueadora para cimentar un triunfo que sin embargo no tuvo escaso contenido en las faenas de muletas más allá de pasajes sueltos.

Su primero fue perfectamente picado por Francisco María. El de Juan Pedro tuvo fijeza y prontitud en sus embestidas. Se venía con todo el toro, lo embarcaba Manzanares pero al tercer muletazo de cada tanda el toro tendía a vencerse al no terminar de dotar de largura el torero a los pases. Todo fue viniendo a menos, la intensidad del trasteo y el toro. Sin embargo, una estocada en la suerte de recibir fue lo que ayudó al corte de la oreja. Como un cañón. Recto como una vela Manzanares cuando el toro se decidió a arrancar. Lo partió por la mitad. Muerto el toro según entró la espada.

Otra oreja cayó con el notable quinto. Un toro que aunó entrega y emoción en sus embestidas. La derecha como eje de la faena de Manzanares, que tiró de temple en los muletazos centrales de cada tanda y de su empacada composición en los pases de pecho como remate de las series. La estocada, esta vez al volapié, sumó méritos para que asomasen los pañuelos y el palco concediese el trofeo.

El otro toro del festejo fue el sexto, un animal de preciosa lámina que prácticamente no fue picado. Ese escaso castigo como apuesta de Alberto López Simón, no tuvo después continuidad en el tercio de muleta. El madrileño se mostró muy acelerado en el inicio de faena y después acortó sin mucho sentido las distancias cuando el toro precisamente pedía eso, espacios y distancias. Todo de fue amontonando y el público terminó recriminando el excesivo metraje de un trasteo plano e insulso. Le petición de oreja tras un estocada entera no concitó el suficiente quórum para ser mayoritaria.

Antes, López Simón había enlotado un ‘juampedro’ de excelsa clase. Una cualidad que sin embargo no terminó de ser aprovechada por el diestro. Todo muy mecánico, abusando del toreo encimista y un final de rodillas con el toro ya muy venido a menos que nadie entendió.

Quien no tuvo suerte con el lote fue Enrique Ponce. El valenciano sorteó en primer lugar un ejemplar tan noble como soso y flojo. Puso suavidad y mimo en su muleta, pero el toro de Juan Pedro no respondió. Como tampoco lo hizo el vacío y parado cuarto. Ni uno ni el otro.

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FICHA DEL FESTEJO 

Sevilla, viernes 28 de abril de 2017. 5ª de abono. Tres cuartos de plaza.

Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, de buenas hechuras y correctos remates. Corrida noble en conjunto a excepción del flojo y descastado primero y del desfondado cuarto. El resto dieron buen juego en distintos grados.

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Enrique Ponce, silencio y silencio.

José María Manzanares, oreja y oreja.

Alberto López Simón, saludos y saludos.