A millones de niños en el mundo les gusta el fútbol, sueñan con convertirse en grandes estrellas, sueñan con ganar la Champions. La mayoría no lo logran pero hay quien encuentra en el fútbol una razón para vivir, para salir adelante y superarse. Ese es el caso de Jose. Verás a Jose le conocí hace unas semanas en Guatemala, en la escuela que la Fundación Real Madrid tiene allí. El chavalín tiene 10 años, lleva el pelo muy cortito, es muy vergonzoso pero le apasiona el fútbol. Durante el ratito que estuvimos juntos lo único que me dijo fue quien es su jugador favorito.

Pero Jose es distinto a la mayoría de niños, él tiene una historia muy especial detrás. Cuando tenía 4 años le diagnosticaron leucemia y como me contaba su padre, el fútbol le sirvió de terapia.

El padre no podía reprimir las lágrimas cuando me lo contaba. Imagínate el palo cuando te dicen que tu hijo tiene leucemia. Se te debe caer todo. El caso es que Jose no quería dejar al fútbol ni estando tan enfermo como estaba. Sus padres valoraron qué hacer y decidieron que siguiera jugando al balón. Lo que no sabía entonces su madre era el bien que le iba a hacer estar con otros niños.

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Evidentemente no jugaba al mismo nivel que los otros niños, no podía hacer muchas actividades, se cansaba muy pronto, pero ese tiempo que pasaba con el balón y los compañeros era vital para él. El esfuerzo del crío era tremendo. Si para un adulto la quimioterapia es muy dura imagínate para un chavalín de 7 años. Aun así, su pasión por el fútbol era más fuerte que cualquier otra cosa.

Hoy afortunadamente Jose ya se encuentra mucho mejor y le está ganando la batalla a la enfermedad. El esfuerzo en esta lucha ha sido de todos, también de Guillermo, su entrenador que pasó muchas horas junto a Jose y que hoy reconoce que el niño ya casi hace una vida normal.

Fíjate lo que ha supuesto el fútbol para Jose... Le ha servido para agarrarse a la vida y ganarle la batalla a la leucemia.