Los pésimos resultados cosechados en las elecciones catalanas encendieron todas las alarmas en el PP, y sumieron al partido en un profundo y generalizado desánimo, un partido que, eso sí, admiten fuentes de la formación, es “bastante ciclotímico”. En la Junta Directiva Nacional del pasado día 15, Mariano Rajoy restaba importancia al auge de Ciudadanos y se limitaba a aconsejar a los suyos “que trabajen más”, de cara a las elecciones municipales y autonómicas. El líder popular anunciaba además la celebración de varias convenciones sectoriales y de una convención nacional que debía servir para “rearmar” ideológicamente al partido. Su discurso provocó “estupor” en muchos de los asistentes que esperaban que su líder marcara ya una línea clara para recuperar esos apoyos que va ganando inexorablemente Ciudadanos.

Tampoco ayudaron estas semanas las declaraciones de los acusados en el caso del Gürtel valenciano, y eso que el propio Ricardo Costa exoneró a la dirección nacional de cualquier irregularidad. “pero la gente no se queda con eso, admiten”.

En el PP, sin embargo, creen que las cosas ha comenzado a calmarse. La consigna pasa por no criticar de manera frontal a Ciudadanos (aunque no ayuda, por ejemplo que el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, aluda a ellos por sus siglas). Se busca ir desmontando algunas de sus máximas, y poniendo el foco sobre sus contradicciones, contradicciones como las que han mantenido en el caso de la prisión permanente revisable. La abstención de C's en el Congreso, permitió, decían, que comenzara a tramitarse la iniciativa del PNV para derogar esta reforma, y ahora, la formación de Albert Rivera se ha visto obligada a rectificar, y a pedir incluso reformar la ley, para ir más lejos todavía.

Los populares no dejan pasar la oportunidad para recordar también que la formación naranja no apoyaba, al principio, la aplicación del 155 en Cataluña, con el argumento de que eso sería “matar moscas a cañonazos”. Y consideran, además, que su propio electorado, no entiende que no hayan prestado un diputado al PP para que pueda formar grupo propio en el parlament.

En los últimos días se ha puesto el acento especialmente en la actitud de Ciudadanos ante la investidura, eludiendo presentar a Inés Arrimadas como alternativa a Puigdemont porque saben que no hay posibilidad alguna de que salga elegida. Pero la vencedora de las elecciones no se puede esconder, apuntan, no puede dejar que se dé la imagen de que las instituciones son de los independentistas, y no puede eludir sus responsabilidades. Debería ser como Felipe González, que consiguió mucha más proyección presentando ante UCD una moción de censura aún a sabiendas de que el PSOE la iba a perder.

Lo que sí critica abiertamente el PP es que Ciudadanos condicione su apoyo a los presupuestos a la dimisión de Pilar Barreiro. En la calle Génova se insiste en que la imputación no es formal, y piden a la formación de Rivera coherencia, que haga dimitir, por ejemplo a sus cargos que están en situaciones similares: la única diputada de la formación en el parlamento de Extremadura, dos concejales en Logroño y otro en Calasparra; o que deje de prestar su apoyo al alcalde socialista de Granada, que también está imputado. Rajoy, eso sí, sostiene que Rivera nunca le ha puesto encima de la mesa esa exigencia.

La impresión pues en la calle Génova es que el barco ha dejado de ir a la deriva, (sobre todo porque en Cataluña las cosas van saliendo bien y se ha impedido la investidura de Puigdemont), que han recuperado el timón, pero que el puerto está todavía lejos, y habrá que ver si los vientos les son favorables, aunque, habrá que evitar, advierten, lo que decía Séneca: “nunca sopla un buen viento, para el que no sabe adónde va”.