Ofrenda del Papa a la Inmaculada

Madre, necesitamos tu mirada Inmaculada

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A las 16 horas d ehoy jueves, 8 de diciembre, y como ya es tradición, el Papa Francisco ha visitado el Monumento a la Inmaculada Concepción en la Plaza de España, en Roma, junto a la Embajada de nuestro país. El Pontífice ya había pedido esta mediodía, tras el rezo del Ángelus que todos le acompañasen en el corazón, durante la visita al monumento a María Inmaculada en la Ciudad Eterna. Una tradición que ya inició en 1958 San Juan XXIII, reconociendo España como ese país de gran fervor mariano y que tanta parte tuvo desde el sentir popular -sensus fidei- para que se proclamase el Dogma de la Inmaculada Concepción. En este año, Francisco ha depositado el ramo de flores ante la estatua de la Virgen y ha dicho la siguiente oración: Oh María, Madre Nuestra Inmaculada, en el dia de tu Fiesta vengo a tí, y no lo hago sólo: Traigo conmigo todos los  que tu Hijo me ha confiado en esta ciudad de Roma y en el mundo entero, para ue Tú les bendigas y les salves del peligro. Te traigo, Madre, a los niños,  especialmente aquellos solos, abandonados,  que por ese motivo son engañados y explotados. Te traigo, Madre, a las familias, que llevan adelante la vida y la sociedad con su compromiso cotidiano y escondido; en modo particular a las familias que tienen más dificultades por tantos problemas internos y externos. Te traigo, Madre, a todos los trabajadores, hombres y mujeres, Y te encomiendo especialmente a quien, por necesidad, se esfuerza por desempeñar un trabajo indigno y a quien el trabajo lo ha perdido o no puede encontrarlo. Necesitamos tu mirada inmaculada, para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas con respeto y reconocimiento sin intereses egoístas o hipocresías. Necesitamos de tu corazón inmaculado, para amar en modo gratuito sin segundos fines, sino buscando el bien del otro, con sencillez y sinceridad, renunciando a máscaras y maquillajes. Necesitamos tus manos inmaculadas, para acariciar con ternura, para tocar la carne de Jesús en los hermanos pobres, enfermos, despreciados, para levantar a los que se han caído y sostener a quien vacila. Necesitamos de tus pies inmaculados, Para ir al encuentro de quienes no saben dar el primer paso, para caminar por los senderos de quien se ha perdido, para ir a encontrar a las personas solas. Te damos gracias, oh Madre, porque mostrándote a nosotros libre de toda mancha de pecado, Tú nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios, está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros, está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas. Haz que no cedamos al desánimo, sino que, confiando en tu ayuda constante, trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos, a esta ciudad y al mundo entero. ¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios! El Santo Padre depositó a los pies de la Virgen Santísima una corona de rosas blancas y después de saludar a las autoridades y a los fieles presentes, se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor, para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani.
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