Pedro Sánchez está decidido a caminar por la margen izquierda del PSOE con un guiño claro a su electorado más tradicional. Sólo de esta forma se explica que en su regreso a Ferraz, ya como presidente del Gobierno, activase a la Ejecutiva Federal para marcarle como “clave” sacar los restos mortales de Francisco Franco del Valle de los Caídos y convertir el lugar en un espacio de la memoria. El jefe del Ejecutivo querrá apuntarse un tanto, promoviendo un proyecto de ley o incluso un real decreto para llevar a buen termino la iniciativa.

Sánchez camina sobre seguro en su mirada por el retrovisor de la Historia. El Pleno del Congreso de los Diputados ya aprobó en 2017, con 198 votos a favor frente a 140 abstenciones, una proposición no de ley presentada por el PSOE en virtud de la cual se reclamaba al Gobierno de Mariano Rajoy la puesta en marcha de los trámites oportunos para proceder a la exhumación y retirada del dictador del mausoleo y reubicar en un lugar “no preeminente” de la basílica a José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange. La petición de la Cámara Baja quedó entonces aparcada a la espera de un estudio legal exhaustivo, más allá de la falta de obligación jurídica del entonces Ejecutivo del PP de dar cumplimiento a una PNL.

La decisión “está tomada”, pero, en palabras del portavoz de la cúpula socialista, Óscar Puente, se acometerá “sin urgencias, sin precipitaciones y sin estridencias”. Al margen de exhumar los restos de Franco, que a todas luces será una decisión del Ejecutivo, la idea es consensuar la transformación del Valle de los Caídos en “un lugar de reconciliación y memoria” de todos los españoles y no “de exaltación de la dictadura”. “Un Gobierno de todos y para todos no puede aceptar símbolos de una dictadura condenada por la historia”, han alegado en la sede de Ferraz.

A pesar de rebajar algunas expectativas, la Memoria Histórica representa un resorte en manos de Sánchez. Las iniciativas para desarrollar la ley se abordarán en el plazo más breve posible con la búsqueda del acuerdo por bandera. Si no lo hubiera, el Gabinete socialista “cumplirá sus compromisos”. Estos pasan además por medidas como la localización y exhumación de fosas comunes, un banco nacional de ADN, la anulación de los juicios del franquismo, diversas indemnizaciones, o llevar al Código Penal el delito de apología del fascismo.

La estrategia de Pedro Sánchez apunta a un guiño ideológico a la izquierda para atraerse los focos y recuperar a desencantados del PSOE. La existencia de Podemos, rival directo en sus caladeros más clásicos, le empuja a ir en esa dirección y acometer sus pasos en esta Legislatura.