"Por el país, dimita, señor Rajoy, o hagámoslo dimitir". Así se pronunció este jueves el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante el debate sobre la moción de censura registrada por los socialistas a causa de la Gürtel.

Una opción que el presidente del Gobierno rechazó en todo momento. "Un dirigente dimite cuando pierde el apoyo de los ciudadanos o de la Cámara y yo tengo el apoyo de los ciudadanos y, de momento, el de la Cámara”, dijo en el debate con el líder socialista. 

Negarse a la dimisión ha sido una constante para Rajoy y pidió que si querían derrotarlo, lo hicieran en la votación que finalmente ha hecho a Sánchez presidente. Durante esta semana, se ha defendido argumentando que la sentencia por el Caso Gürtel no afecta a miembros de su actual Gobierno y que su partido solo ha sido condenado civilmente como partícipe a título lucrativo, esto es, por obtener un beneficio ilícito derivado de la actividad punible de otros. 

Su dimisión tampoco hubiera ayudado a asegurar la estabilidad política en España.  Si Rajoy hubiera dimitido, bastaría con que hubiera un candidato a la presidencia del Gobierno para que se hiciera con el Ejecutivo sin necesidad de los 176 votos que se exigían en la moción. En otras palabras, el candidato -Pedro Sánchez- hubiera necesitado menos apoyos de los ahora necesarios para derrocar a Rajoy, ya que la Constitución habla de más síes que noes para que en segunda votación sea investido el Jefe del Ejecutivo. 

Desde Moncloa han insistido en que Rajoy no ha hecho nada malo. Más bien lo contrario: sacar a España de la ruina. Y la polémica de una posible dimisión sólo respondió al intento de los socios de Sánchez de disimimular y salir al paso de su apoyo a un candidato que sistemáticamente ha perdido en las urnas.