En la primera entrega de "Oído cocina" no podían faltar dos de los cocineros a los que más admiramos. Si echas un vistazo a su página web, los verás en una foto sonrientes y a punto de darse un beso. Ese cariño que transmiten Juan Mari Arzak y su hija Elena en esa imagen, es palpable también en esta entrevista.

Juan Mari recuerda los orígenes del restaurante Arzak y nos cuenta cómo él nació y ha hecho su vida en su cocina. Se quedó huérfano de padre muy joven y vivir entre fogones, recorrer las estancias a través de sus olores, siempre le provoca buenas sensaciones. Afirma rotundo que él sin su hija no haría absolutamente nada y de hecho ya son 25 los años que llevan trabajando juntos y también nos confiesa que nunca se ha querido cambiar de sitio porque siente que sus antepasados permanecen con él.

Para Elena también es su casa y constantemente le ha gustado estar allí, desde que era pequeña e iba con su hermana para estar con la familia. Pendiente de todo lo que concierne a la actualidad, Elena creció pensando que lo lógico como mujer era tener las oportunidades que ella ha tenido y tiene, ahora confía en que sea cuestión de tiempo para que sea una realidad extendida a todo el mundo. Sus referencias femeninas no faltan en la cocina, y las tilda a todas de maravillosas. Elena considera que la cocina va variando y deben adaptarse a los tiempos, en su opinión el futuro está íntimamente ligado al producto, a una estrecha relación con el proveedor en pro de una productividad sostenible.

Al remontarse al inicio de la nueva cocina vasca, Juan Mari comenta que desde el principio tuvieron muy buen ambiente entre todos los cocineros y el fin compartido fue y es que quien entre por la puerta de sus restaurantes salga contento. No faltan en la conversación sus referencias a Karlos Arguiñano, a sus bocadillos favoritos y a sus planes de futuro. Una conversación entrañable y con mucho jugo.

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