Admitámoslo, nos gusta darle emoción, a las propias ligas les gusta que haya debate alrededor de cualquier cuestión, se trata de darle algo de emoción, de debate en los medios de comunicación. Cuanta mayor retroalimentación en ocasiones mayor difusión, cuanto mayor debate, más minutos de televisión y radio, o espacio digital o en papel. 

Pero aun considerando las diferentes versiones e interpretaciones posibles sobre quién debía ser el MVP, Westbrook lo ha sido por aplastamiento. Qué significa jugador más valioso, cómo medirlo... premiar el rendimiento individual aun sin grandes resultados deportivos, premiar el buen rendimiento de un equipo ganador o que haya conseguido grandes resultados en buena parte gracias a él.

Se mire como se mire todos los caminos llevaban hacia el estado de Oklahoma y al jugador franquicia de los Thunder, Russell Westbrook.

Quedaba lejos el final de la temporada regular, incluso el desenlace de la final con la victoria de los Warriors, y quizá se perdía algo de perspectiva, luego hablaremos de cómo fue la primera gala de los Premios NBA. Pero lo cierto es que la monstruosidad que ha protagonizado este curso admitía pocas dudas en torno al impacto de un jugador. En detrimento del base de los Thunder estaba el hecho de no haber conseguido llegar lejos en los playoffs, al caer en primera ronda ante Houston, y precisamente ante su gran contrincante en la lucha por el MVP, James Harden.

Evidentemente esto es un juego de equipo, aquí se trata de ganar partidos y títulos, no de actuaciones individuales portentosas, no se trata de sacar el agua del mar a cubazos,  un jugador que meta puntos pero no haga jugar a un equipo y que además no gane a nadie, a la hora de medir el MVP. El impacto de Westbrook en su equipo es tan grande, que no hay nadie capaz de asegurar que de haberse resfriado el base durante dos meses, o uno, Oklahoma se hubiera metido en los playoffs. 

Sin Westbrook, probablemente los Thunder no hubieran sido un equipo de playoff. A los Thunder les faltan cosas, les faltan puntos, y lo que ha quedado tras la marcha de Durant es un equipo capacitado para competir pero que exige de su estrella el cien por cien en cada noche. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido durante 82 interminables partidos de liga y la pelea del playoff frente a Houston.

Westbrook ya saben ha promediado un triple-doble en toda la temporada, algo que sólo había hecho Oscar Robertson 40 años atrás,y al que superó en su marca de 41 triples-dobles. Esto significa que la mitad de los partidos que ha jugado esta temporada, Westbrook ha hecho dobles figuras en puntos, rebotes y asistencias, con 31.6 ptos, 10.7 rebotes y 10.4 asistencias, con un porcentaje de tiros de tres además de un 34%, y disputando de media 34 minutos por partido. Además, promediaba 1.6 robos por partido. Ha tenido el mejor promedio en triples de su carrera, justo en la temporada en la que ha sido la estrella del equipo, pero también el mayor porcentaje de pérdidas  de su carrera.

Es este capítulo el que deberá corregir, y eso pasa por una cada vez mejor toma de decisiones, que ha sido siempre su talón de aquiles, y también por una mayor circulación de balón. Mucho bote, aclarado, y posesión han provocado muchas pérdidas, pero Westbrook está preparado para dirigir un buen equipo. El problema es que nadie sabe si serán capaces de hacer un buen equipo. Necesitan más amenaza exterior, y también necesitarán darle más galones al español Álex Abrines, un jugador que puede abrirle aún más la cancha a Westbrook. 

 El base suma muchas pérdidas también por su propia pasión en el juego, todo lo hace deprisa, su explosividad acelera sus decisiones, un jugador tan espectacular como capacitado para seguir mejorando, puliendo esas decisiones y la lectura de juego. Pero no cabe duda de que por Westbrook hay admiración, es puro espectáculo, es uno de los principales reclamos de la NBA, lo que ha hecho es sobrenatural en el baloncesto del siglo XXI, parece un MVP de otro tiempo, y de un hombre alto, como lo fue Oscar Robertson dominando desde la altura, porque con 1.90 Russell es un gran reboteador, porque ha mejorado el tiro y su amenaza en el triple, con el lanzamiento tan fulminante como los movimientos del jugador, y porque cada vez busca mejor al compañero.  "No entendería que no fuera el MVP" había dicho horas antes el mallorquín Álex Abrines en Cope, acerca de su compañero.

Cómo hemos cambiado.-

Resolver ese misterio, quién era el mejor de la temporada, era el principal aliciente de la primera gala de los premios NBA, una buena idea para reconocer con algo más de protocolo y emotividad a los mejores de la temporada, para reunir a la familia de la NBA, y para hacer visible la alegría, la decepción, o rendir tributo a sus leyendas y llorar a sus muertos, pero apoyando a los vivos.

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Fueron dos horas de Gala hollywoodiense, que como primera experiencia dejó clara una idea, pero con un resultado práctico desigual.

Combinó momentos intrascendentes y tediosos, en especial en la mesa televisiva con el exceso de tontería y de diálogos con los veteranos y estrellas mediáticas Shaquille O'Neal y Charles Barkley, con momentos de profunda emoción.

Entendemos el espectáculo, admiramos las luces y el color, es una fiesta del baloncesto NBA y como tal merece la pena ser vivida, pero queremos ver a leyendas como Jabbar, Robinson , Mutombo etc rendir homenaje a Bill Russell, y que éste les diga a todos que les patearía el culo (sin duda el momento involvidable de la noche); nadie como la NBA sabe rendir tributo a sus leyendas, y tiene la habilidad de saber hacerlo en vida, recuerda a sus fallecidos, pero rinde honores en vida a sus grandes jugadores. No hay ser humano admirador del baloncesto que no se conmueva con los tributos que hace la NBA a sus leyendas, que dan esa perspectiva del tiempo, una NBA que se dice a sí misma y a la sociedad "hey cómo hemos cambiado, pero queda por hacer bastante", que muestra no sólo el deporte tuvieron sino qué sociedad vivieron, cómo Russell y cientos de jugadores que no fueron tanto como él, vivieron un país anómalo, una sociedad anómala, que marginaba por ley a los afroamericanos. Todo eso se vio en la gran gala de la NBA, una liga comprometida con la igualdad. 
Un juego sin personas no es nada, una liga sin alma tampoco. La NBA igualó en importancia los galardones a los mejores juadores (mvp Westbrook, mejor defensor Green, sexto jugador, Gordon, jugador más mejorado Antetokounmpo, rookie del año, Brogdon, mejor actuación, Klay Thompson, mejor entrenador, D'Antony, etc) junto a los galardones al mejor compañero, Nowitzki, el más deportivo Kemba Walker o el premi- tributo "Sager strong" basado en el periodista Craig Sager, fallecido por leucemia, que fue para el técnico Monty Williams, quien fue capaz de pensar en la familia de la persona que causó la muerte de su mujer en un accidente de tráfico.

El perdón y la compasión, valores que parecen ajenos al negocio y una liga profesional, tuvieron un gran protagonismo y dejaron la mayor emoción de la noche.

Y por supuesto queremos escuchar a los premiados , queremos ver cómo se derrite Westbrook hablando de sus padres, diciéndole a su hermano que es un modelo para él, cómo dedica el premio a su mujer, cómo llama a sus compañeros de los Thunder y les hace ganadores junto a él del MVP,  son esos momentos los que hacen que merezca la pena ver una gala de final de temporada que queda lejos del final de temporada, y que quedará para siempre marcado por el día que tuvimos a un MWP, o sea cuando Westbrook equivalió a Valioso.

Sin asiento para el señor de los anillos.-

Imagínense a Zidane enfrentado a Cristiano Ronaldo, tan es así que Zidane dijera abiertamente que el portugués debe marcharse para buscar mejores días en otro equipo y que Cristiano no soportara a Zidane. Imagínense también que Zidane no contara con Marco Asensio después de la temporada que ha hecho, que el que puede ser jugador franquicia del futuro no tiene sitio porque no se adapta a su estilo de juego. 

A todo esto pongamos que el Real Madrid esta temporada no hubiera ganado ni la Champions, ni la liga, y se hubiera clasificado para la Europa League, o aún peor, ni eso.  Pongamos el mismo ejemplo en el Barcelona con Luis Enrique y Messi, y que el Barça no se hubiera clasificado ni para Europa. Nadie tendría dudas de que el entrenador se iba a la calle. 

Phil Jackson no era el entrenador de los New York Knicks, pero sí el presidente de operaciones deportivas, sus decisión de intentar traspasar a Carmelo Anthony, que puede tener cierto sentido si quieren reconstruir la franquicia (aunque más bien parece una incapacidad para rodear a Carmelo de un buen equipo que al revés, Carmelo sigue siendo un buen jugador, aunque con un sueldo demasiado alto),  hubiera podido ser defendida por Jackson si los Knicks hubieran hecho una temporada aceptable aunque no buena.

Pero si además de estar enfrentado a la estrella del equipo, desquicia a la promesa sobre la que debe construirse en teoría el futuro de los Knicks, Kristaps Porzingis, el cocktail es explosivo. A Phil Jackson, tan laureado como entrenador, no le ha sujetado nada en la franquicia más inestable de toda la NBA.

Jackson habrá cobrado una fortuna, pero su porvenir como director de operaciones queda seriamente tocada, lo cual tampoco es que deba preocuparle en demasía a estas alturas de su vida y de su carrera. Los Knicks buscarán un rumbo, y para eso necesitarán un general manager que ya sepa de reconstrucciones en los despachos, que es algo que no tiene nada que ver con entrenar.