No parece haber equipo capaz de toser a Golden State Warriors en el Oeste y a Cleveland Cavaliers en el Este tal y como están transcurriendo estos playoffs, en los que los dos últimos finalistas de las últimas dos temporadas se encuentran descansando tras el 16-0 que han endosado a sus dos primeros rivales. 

Resulta llamativo que el ala-pívot de los Warriors Draymmond Green lamente la falta de competitividad que hay en el Este para los Cavs, cuando los Warriors acaban de hacer exactamente lo mismo en sus enfrentamientos ante Portland y Utah, que han ventilado con sendos 4-0 también.

Ya se sabe que Green es un provocador oficial, y uno de esos jugadores tan valiosos por lo que hace como por lo que dice, uno de los agitadores de la liga, no siempre acertado tanto en sus excesos verbales como físicos, en los que está en juego a veces la entrepierna de sus rivales. La reflexión además es inexacta, porque los Lebron brothers tuvieron que emplearse a fondo tanto en la serie ante Indiana Pacers como ante Toronto Raptors. 
Con todo el potencial que tienen los Cavs, tenemos la sensación de no haber visto aún la mejor versión del equipo campeón, aún mejorable en el aspecto defensivo, pero con un muestrario amplio de todo el combinado de recursos para superar a sus rivales, una plantilla amplísima llena de buenos tiradores, capaz de jugar al mejor nivel en el small ball para atacar por fuera pero también para sacar partido a la pintura. Llama mucho la atención la gran cantidad de minutos que ha disputado Lebron James, exhausto en el cuarto partido ante Toronto, y en el que tuvo que echarse el equipo a la espalda Kyrie Irving ante el bloqueo que sufría James.

Sea Boston o sea Washington, van a ser rivales que intenten imponer un alto ritmo físico a los Cavs , que sin embargo estarán más descansados, objetivo principal de Lebron de cara a las probables finales que dispute ante los Warriors.

Pero Cleveland deberá aplicarse bastante más en el aspecto defensivo si quiere conseguir el segundo anillo consecutivo en esa hipotética final ante los Warriors.

En cuanto a los de la Bahía de San Francisco, con un Kevin Durant mucho más descansado y aún más hambriento que sus compañeros (él no tiene un anillo), los Warriors están donde querían cuando quisieron; se encuentran también descansando a la espera de rival mientras se despedazan entre San Antonio y Houston. 

El caso es que decíamos aquí hace pocos días que todo apuntaba a una tercera final entre los mismos contendientes, lo cual no tiene por qué ser algo negativo, ha tenido que salir el mismísimo Kobe Bryant a decirlo, porque parece frívolo despreciar el altísimo nivel que tienen Warriors y Cavaliers como si volver a verles en la final devaluara la liga, todo lo contrario, ha construido una rivalidad que alimenta la liga; ¿por qué lo que sirve para añorar el pasado, cuando se habla de la rivalidad Boston-Lakers , Magic-Bird, no sirve para resaltar el altísimo nivel de una final Warriors-Cavs, Curry-Lebron, Curry/Durant contra Irving/Lebron.

Y si alguno de los invitados a la fiesta, sea San Antonio o Houston, sea Boston o Washington se cuela en el último baile, pues será que ha conseguido un nivel de excelencia tan alto para superar a alguno de los gallitos que nadie podría despreciar su presencia en una final.

Por no adelantar nada, si la serie entre Boston Celtics y Washington Wizards está resultado física y eléctrica, con sus choques, técnicas y cruce de bravatas, no es menos cierto que también está mostrando un gran nivel. Thomas lidera a unos Boston Celtics en los que Bradley ha aparecido también. Pero John Wall está lideranzo a unos Wizards que tiene una gama de recursos más amplia y dos anotadores voraces como Wall y Beal, secundados por Markieff Morris o Bogdanovic. Veremos si no hay séptimo partido.

Y si hay una serie que está siendo rica tácticamente es la que está midiendo a San Antonio Spurs y Houston Rockets, cada partido es una delicia, puro baloncesto de playoff, de ajustes, genialidades y lagunas, de cracks, de apariciones inesperadas, de giros insospechados.

San Antonio gana 3-2 a Houston pero hubiera podido ser perfectamente un 2-3. San Antonio está en esa etapa traumática en la que Popovich trata de armar un equipo post Big Three Duncan-Ginóbili-Parker. No es sólo que falte Tim Duncan, es que ni Pau Gasol ni Lamarcus Aldridge tienen nada que ver con Duncan, falta además Parker tras su lesión, y Ginóbili está defendiendo bravamente su orgullo al límite de su capacidad física, camino de los 40 años. Ejemplar su aparición en el quinto partido en una actuación vintage para meter canastas como las de antes y taponar el último tiro de Harden.

Pero San Antonio no juega como San Antonio, simplemente es otra cosa, ha recuperado al mejor Green tras una mala temporada, Mills está cumpliendo en la dirección, pero los Spurs construidos sobre dos amasadores como Leonard y Aldridge no es el juego de circulación al que nos acostumbraron.

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Anda Popovich intentando no volverse loco ante un equipo endiablado como el que tiene en frente, que esta vez sí hace honor a su apellido, los Rockets. Ha mantenido en buena parte de la serie su juego de postes, con Pau junto a Aldridge, o Lee, ante un un puñado de avispas, pequeñas reboloteadoras y que pican desde todas partes. Curiosamente no siempre ha sabido sacar ventaja San Antonio en la pintura de emparejamientos desiguales.  En otros momentos el veterano técnico ha optado por quinteto pequeño para librar la batalla en el exterior, no le ha ido mal.

Ha construido Mike D'Antoni una réplica de los Warriors en el estado de Texas, un equipo perfecto para su manual de correr y tirar, un equipo en el que todos son amenazas desde fuera, grandes tiradores, con un interior capaz de ser decisivo aprovechando los espacios como Capela (lo era también Nené Hilario hasta su lesión), o incluso el tirador alto Ryan Anderson que está jugando a un nivel excelso, incluso haciendo cosas que no le veíamos hacer, porque además de gran tirador a veces se pasea por la zona también.

Los Rockets acaban contigo si tienen el día en el triple, pueden ser una pesadilla de la que es difícil recurarse si están entonados, porque nunca llegas a evitar ese tiro letal. Sólo peligra su victoria en la irregularidad en el tiro, entonces tienes una opción.

Y si Harden no se inventa algo. El talento de la barba en su juego de falsa cámara lenta es definitivo, sea para fabricarse el tiro o penetración o bien para asistir. Si tiene tiradores como los Gordon, Williams, Ariza, Anderson... no es de extrañar que tenga ese nivel de asistencias.

El factor diferencial será que esté o no listo Kawhi Leonard, tocado; si el alero de los Spurs no puede jugar San Antonio va a tener muy difícil eliminar a Houston, mientras tanto Pau Gasol ya sabe cómo se las gasta Popovich, quien no conoce a nadie cuando algo no le gusta.