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Blog | 'Con Basket sí hay paraíso'

Cleveland, a todo o nada

Cleveland Cavaliers

LeBron James, séptimo jugador de la NBA que llega a los 30.000 puntos.Soobum Im

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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 18:57

Del finalista de la NBA y equipo que ha disputado las tres últimas finales no quedaba nada. ¿Cómo se deshace un equipo? ¿Cómo es posible? ¿en qué momento un equipo que hace unos meses ha competido por el anillo de la NBA pasa a arrastrarse? 
 
Cleveland se quedó el pasado verano un escalón importante por debajo de los Warriors, cierto, pero de los finalistas quedaban escombros.  Los caminos del deporte son misteriosos, y el cercano ejemplo del campeón de la Champions, el Real Madrid, es otra demostración sobre cómo los equipos necesitan nuevos resortes, estímulos, impulsos, otros imputs, sea con nuevos elementos en la plantilla, nuevas directrices técnicas o vaya usted a saber qué, para no perderse. 
 
Si se dice que un alto porcentaje del éxito en el deporte de alto rendimiento es la cabeza, sería lógico entender los empachos que sufren un grupo cuando lleva tiempo de dulce. El caso de los Cleveland Cavaliers es algo más complejo, y no es fácil de descifrar,  un cúmulo de cosas y no una sola, la primea fundamental es que algo se quebró en las pasadas finales de la NBA, porque la otra pata del banco, Kyrie Irving decidió poner tierra de por medio. Las cosas empezaron a torcerse cuando pidió su traspaso el genial base ahora en Boston. 
 
Para que un gran equipo al máximo nivel funcione tienen que acabar integrándose todos los elementos, cuando se pierde la química, cuando se pierde la confianza, es muy difícil. Irving sintió que siempre iba a ser segundo plato en el equipo de Lebron, aun cuando los Cavs le deben su único anillo a los dos, pero Irving prefirió irse del equipo de Lebron. Esto nos demuestra que por más importante que sea un jugador, nunca debe tener las llaves del club. Lebron es Cleveland nadie lo duda, Lebron es el defensor de la tierra, "the land" como se hacen llamar los Cavaliers, pero la tierra se puede defender de muchas maneras. Los jugadores por más importantes que sean siempre ven el cortoplacismo, se llamen como se llamen, y harán girar la tierra a su alrededor. Jordan fue el mejor, pero seguramente tuvo el contrapunto de compañeros que eran capaces de decirle una verdad, y que había una franquicia que le mimaba pero con un entrenador con la suficiente personalidad como para tomar decisiones.
 
En Miami funcionó porque sumaron Wade-Bosh-Lebron, y el en un principio menospreciado Spoelstra supo sacar lo mejor de esa suma de jugadores y de manejar los egos de sus estrellas. Lebron volvió a Cleveland y les dio el anillo, y lo que es una gloria para la historia de la franquicia, fue el principio de la decadencia para esta temporada. No por responsabilidad de Lebron, sino no tener a nadie por encima capaz de cantarle las cuarenta. Un jugador lo necesita. Es como un niño, por más dinero que gane y lo que representa para una franquicia. Por más fuerte que sea, por más multinacional que sea, un jugador como él debe ser  capaz de tomar las decisiones en la pista, sí, pero debe tener alguien que se le enfrente y vea el bien colectivo, o que le ayude a verlo.
 
Nos habíamos quedado en la marcha de Irving, ahí empezó el derrumbe. Llegaban buenos jugadores como Isaiah Thomas y Crowder, un anotador capaz de ayudar a Lebron como hizo Irving y llevar también el peso, y un alero atlético y también anotador. Pero no es cuestión de jugadores, no hubo espíritu de equipo. Cleveland se ha arrastrado en bastantes partidos, incapaz de ser sólido defensivamente y siendo espeso en ataque, expuesto a las iniciativas de sus jugadores. Necesitaba dirección y necesitaba dureza en la pintura. 
 
La solución , habíamos comentado aquí en anteriores capítulos, exigía a la gerencia un ejercicio de ingeniería. Y agotando el trade deadline Cleveland ha hecho unos movimientos de gran impacto.
 
Toda una revolución, sacrificando una primera ronda de Draft 2018. De nuevo es el cortoplacismo, es el intento a la desesperada por salvar la temporada, es el todo o nada. Puede ser el último año de Lebron, el Rey de Cleveland y el estado de Ohio, así que lo que ocurra en estos meses puede ser decisivo para el futuro de la franquicia, es decir con o sin Lebron.
 
No han jugado pensando en el futuro, sino en el ahora. Y el ahora en el deporte puede funcionar o no.  Hay que armar otro equipo, se han ido 6 jugadores y de perímetro, Isaiah y Frye a los Lakers, Rose (¿volverá a ser jugador de primer nivel?) y Crowder a Utah,  Shumpert a Sacramento y Wade a Miami. 
 
Unos han estado fugazmente, Crowder, Isaiah, 15 partidos sólo por la lesión con la que llegó, incluido el socio de Lebron, Wade de vuelta a Miami,  como Shumpert, que ha hecho un buen trabajo estos años como escudero de James y anotador. La gerencia de Cleveland he deshecho el camino del pasado verano, deshaciendo la llegada de Isaiah y Crowder o el capricho de Lebron con Wade. Quizá Flash asume que se equivocó saliendo a estas alturas de su carrera de Miami a donde ha vuelto. 
 
Han llegado dos bases o bases-escoltas como Hill (Sacramento) y Clarkson (Lakers), un alero como Hood (Utah), y el ala-pívot Larry Nance jr (lakers). De esta forma consigue savia nueva en el perímetro, con jugadores con puntos como Clarkson y experiencia en la dirección como Hill que no es excesivamente amasador de balón, y algo más de fuerza en la pintura con Nane, capacidad atlética, en la que Love es claramente insuficiente y Tristan Thompson es otra de las decisiones erróneas de la gerencia porque siendo un buen escudero se hipotecó mucho espacio salarial de nivel estrella. Con Rodney Hood llega un anotador interesante para ese perímetro en el que Lebron sigue contando con Jr Smith y Kyle Korver, que  estaban por debajo de su nivel.  Y todo esto lo ha visto Calderón imaginamos que con los ojos abiertos, que seguirá en la segunda unidad aportando. 
 
Está a prueba la capacidad ahora para construir un equipo con tantas piezas nuevas en mitad de la temporada, pero si consiguen la química necesaria, un equipo con Lebron Jame siempre debe aspirar a lo máximo, aunque parezca difícil a día de hoy optar al anillo, la fiesta cambia cada dos por tres, basta cambiar de música y de iluminación. 
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