Miguel Ángel Buonarroti se la compró en el año 1549 a Simona Guicciardini, viuda de un noble que pertenecía a la corte de los Medici. En el momento de la compra el artista tenía 74 años, por lo que es probable que pensara en la casa como lugar de su retiro.

Cuenta Vasari en la biografía del pintor que la salud de Miguel Ángel en estos años se encuentra bastante deteriorada, porque junto con su edad avanzada y la dureza de una vida continuo trabajo, sufrió una caída del andamio cuando estaba terminando el fresco del Juicio Final y además tenía problemas en la vista por la pintura que le entraba en los ojos.

La compra de la casa, coincide a la vez con el año en el que murió el Paulo III, quien le hizo el último encargo de frescos para la Capilla Paulina en los Palacios Apostólicos del Vaticano: la Crucifixión de San Pedro y la Conversión de San Pablo, que Miguel Ángel concluyó en 1550 , y según Vasari: "Estas pinturas a las que dio fin a la edad de setenta y cinco años, con muchos trabajos, pues, como él mismo decía, la pintura al fresco no es cosa de ancianos, fueron las últimas que ejecutó."

El propietario actual de la villa , que curiosamente cuando la compró desconocía a quién había pertenecido, restauró la casa manteniendo y conservando la estructura original para preservar el contexto autentico en el que se desarrolló la vida de la familia Buonarrotti a lo largo de tres siglos, hasta finales de 1867.

Si usted es el afortunado que dispone del dinero necesario para adquirirla, podrá ver con sus propios ojos los documentos históricos que atestiguan los orígenes de la propiedad, incluida una copia de la compra-venta con la firma original del propio artista

La villa tiene una extensión de 13.000 metros cuadrados y cuenta con 8 habitaciones y 7 baños. Se conservan los techos abovedados originales y además la propiedad dispone de unos 25.000 metros cuadrados de terrenos con viñedos, olivos y limoneros y una auténtica fábrica de aceite antigua

La finca lleva por nombre “El Torreón de Miguel Ángel”.