Para controlar el gas radón en el hogar lo primero que hay que hacer es saber que existe, porque ni se ve, ni se huele. En segundo lugar, hacer mediciones con un sencillo aparato que cuesta unos 80 euros, y si da positivo, tomar medidas de precaución. Estas pasan por diseñar una estrategia óptima de ventilación de la vivienda para dar salida al gas acumulado, o realizar una pequeña obra que cierre cualquier camino por el que se pueda colar. A cambio, los habitantes de la casa eliminan un inquilino malicioso, que trae problemas de salud a largo plazo.

¿Cómo llega desde el subsuelo a nuestros pulmones? Fácil, el radón se filtra a través del suelo. Cuanto más permeable es, más radón llega. Y en el caso de las viviendas de la Sierra de Madrid, la porosidad del suelo es enorme, puesto que se levantan sobre granito. José Miguel Rodríguez, responsable de la campaña “Vive sin radón”, explica que “no todas las casas construidas sobre granito tienen por qué acumular este gas tóxico. Puede que un vecino lo tenga, y el de la puerta de al lado no. Depende del aislamiento de la casa”.

Sobre este asunto la Unión Europea ya se ha pronunciado, y ha instado a los países miembros a tener una normativa y una estrategia de control propia, puesto que hablamos de un problema de salud de primer orden. El plazo expiraba el pasado seis de febrero, sin embargo España no ha empezado ni el borrador.

Desde la Fundación para la salud Geoambiental han puesto en marcha la campaña “Vive sin radón” para informar a la ciudadanía y empujar a la administración a tomar medidas al respecto. "Es urgente - dicen - articular cuanto antes un Plan Nacional sobre el radón, ya que se han incumplido todos los plazos que ha dado la Unión Europea”.