La turistificación en la capital de España está provocando una subida en los alquileres de las viviendas de los barrios y distritos del centro. Cuando hablamos de centro, no nos referimos solo a Sol, Gran Vía, Atocha… Nos referimos a las zonas que se encuentran dentro de la M-30. La llegada de turistas ha provocado un aumento de la renta de hasta un 11,4% el metro cuadrado en 2017. Cifras realmente preocupantes para los vecinos de la zona, que están viendo como sus alquileres han pasado de ser caros, a imposibles de pagar.

Según las cifras publicadas en el informe de Fotocasa sobre ‘La vivienda en alquiler en el año 2017’, estas subidas nos llevan a concluir que, aunque el precio de los alquileres seguirá subiendo durante 2018, lo harán a un menor ritmo que en 2017. De 2008 a 2015, País Vasco era la comunidad más cara en la que alquilar una vivienda, pero ahora esto ha cambiado. El ránking lo lidera Cataluña, con un 12,39 €/m² al mes, seguido de Madrid (11,45 €/m² al mes), País Vasco (10,70 €/m² al mes) y Baleares (9,71 €/m² al mes).

El precio medio de la vivienda en alquiler en la capital por distritos ha aumentado. El distrito de Chamberí lidera el precio medio del alquiler por metro cuadrado. Es de 16,41 €/m² al mes, seguido del distrito de Salamanca (16,07 €/m² al mes), Tetuán (14,94 €/ m² al mes), Chamartín (14,46 €/m² al mes) y Retiro (14,35 €/m² al mes). En el otro extremo, el distrito de Villaverde es el que menos paga. Con un valor medio de la vivienda de alquiler de 8,91 €/m² al mes (con un incremento anual del 5,5 %), el de Vicálvaro, que se sitúa en 9,58 €/m² al mes (2,9 % de variación anual), Moratalaz (9,68 €/m² al mes), Villa de Vallecas (9,90 €/m² al mes) y Usera (10,15 €/m² al mes).

¿A qué se debe esta subida?

Desde hace un año, los precios en el alquiler en las zonas céntricas han subido debido a la ley de la oferta y la demanda. Las plataformas de alquiler vacacional han provocado más aún esta subida. Como explica a COPE Elena Pérez, responsable de la oficina Proyecto Atocha de RedPiso, “cada vez hay más demanda de alquileres por meses o por días, sobre todo en las zonas del centro de la ciudad que están rodeadas de museos o demás puntos de interés turístico”. Incluso llegan turistas a las oficinas inmobiliarias que preguntan si trabajan con plataformas como Airbnb.

Estos precios se han convertido en inaccesibles para personas con nóminas normales, “encontramos viviendas con superficies mínimas a precios en los que en otras zonas, incluso en algunos distritos del interior de la M-30, pueden tener muchas mejores características (como piscina o garaje incluido), por un precio hasta inferior”, reconoce Elena Pérez.

La turistificación está provocando subidas que no benefician ni a inquilinos ni a propietarios. Un inquilino que tenga un sueldo mínimo, no puede permitirse pagar los alquileres que se están pidiendo en determinadas zonas de la capital. “Desde las inmobiliarias, intentamos que el ratio de endeudamiento, dependiendo de la nómina, no sea superior para el precio del pacto del alquiler a un 40% del importe total de la nómina. Que no destinen más del 40% de lo que gana, para la renta de su vivienda”.

“Hay pisos en el centro que valen unos 650€ por tan solo 18 m². Y si ya nos vamos a 40 metros, se va a 1.000 euros. Si hablamos de barrios como Lavapiés, un piso de 40 metros, nos valdría unos 800/850€”, asegura Elena Pérez.

¿Por qué la gente se está yendo del centro?

Los requisitos que se piden a los inquilinos son cada vez más exigentes. A parte del alquiler mensual, para acceder a la vivienda, hay propietarios que exigen avales bancarios, dos mensualidades de fianza, una mensualidad para la inmobiliaria, e incluso hasta un mes de garantía adicional. Elena Pérez concreta que “lo normal es una mensualidad de fianza. Estos depósitos los exige el propietario, y él es el que decide si pide mayor o menor cantidad”.

Mónica es una estudiante de 21 años que ha tenido este tipo de problemas con los propietarios a la hora de encontrar una vivienda que pudiera acoplarse a sus necesidades. Muchos propietarios deciden asegurarse el pago de la renta de los inquilinos con la Comunidad de Madrid, que exige un elevado número de documentación que muchos jóvenes no pueden aportar por falta de experiencia laboral, nóminas u otros requisitos. En este caso a Mónica tienen que ayudarla sus padres porque si no, no podría alquilar la vivienda en la que actualmente vive. “A parte de tener que compartir piso, he tenido que buscar una zona más alejada del centro para poder pagar la vivienda”.

Algo parecido le pasó a David, un joven de 27 años que lleva en Madrid 3 años trabajando. Cuando llegó a la capital, comenzó en su empresa siendo becario y sus padres eran quienes le ayudaban a pagar el inmueble en el que vivía de alquiler. “Comencé a vivir en un estudio de 20 metros en Lavapiés pagando 430€. Las condiciones eran muy malas, un bajo interior, sin luz natural y con mucha humedad”, asegura David. El primer año vivía solo y al segundo compartió piso en mejor estado que el primero, pero la calle Ronda Atocha. Pagaba 1.000 euros (entre dos personas) de alquiler por una vivienda de 50 metros cuadrados. A David le tuvieron que ayudar sus padres hasta que finalmente consiguió un mejor contrato en su empresa. “Ahora cobro más de 1.000 euros y ya pago yo la renta del alquiler, pero he tenido que buscar un piso fuera de la M-30 de menor precio para poder llegar a final de mes”. El joven de 27 años vive ahora en la calle Antonio López de Madrid y paga 750€ (entre dos personas), por un piso reformado de tres dormitorios, dos baños, cocina, salón (todo exterior) y dos terrazas. 70 m² por 750€. “Tardo más en ir a trabajar, pero puedo pagar yo mismo mi alquiler sin necesidad de que me ayuden mis padres”, concluye David.

“Si hay quien puede pagar el precio que se pide en las zonas del centro, los propietarios prefieren pedir más dinero y sacar mayor rentabilidad a sus viviendas”

Los alquileres fuera de la M-30 son más baratos porque las zonas, al no ser catalogadas como turísticas y más lejanas del centro, el precio baja mucho más. “No hace falta irse fuera de la M-30, porque si excluimos la zona centro hay zonas más accesibles. Zonas como Legazpi, barrio del Pilar, Cuatro Caminos, Tetuán o Valdeacederas son barrios cercanos pero no tan céntricos, y mucho más asequibles”, explica la responsable de la Oficina de Proyecto Atocha de RedPiso, Elena Pérez.

 

¿Qué opinan los vecinos del centro?

El ‘boom’ del alquiler en la capital afecta por supuesto a los vecinos, tanto a los que se ven obligados a tener que salir de las viviendas en las que llevaban viviendo años por el incremento del precio de los alquileres, como por los que se quedan y se quejan de la turistificación.

Roberto Majano, miembro de la Coordinadora de Vecinos de Centro, explica a COPE que “la vivienda ha subido de tal manera porque la gente está comprando e invirtiendo para hacer negocio. Se utiliza la vivienda de uso residencial para convertirla en negocio, en vivienda de uso turístico. Comprar en el centro de Madrid es una buena inversión”.

A los precios del alquiler en el centro no tiene acceso cualquier persona, “los que van a poder vivir aquí van a ser los turistas que vengan por días o temporadas”, considera Roberto Majano.

Roberto Majano es propietario de un piso y asegura que “la gente que alquila estas viviendas turísticas, no tiene ninguna responsabilidad de lo que ocurre en las viviendas. Los vecinos nos vemos afectados porque vienen a divertirse y no piensan en resto de vecinos. El dueño no está y pueden hacer lo que quieran. Se emborrachan, hacen ruido e incluso se enfrentan con los vecinos. Esto debería tener una responsabilidad social. Al centro de Madrid, mayoritariamente, la gente viene a divertirse”.

“Convertir la vivienda residencial y una vivienda turística es una gran inversión”

“Esto va a ser muy difícil aguantarlo durante mucho tiempo. Van a conseguir que nos echen de las viviendas donde hemos vivido desde niños. Para una familia con un salario normal, será muy difícil vivir en el centro. Esto debe regularse”, resalta Roberto.

Ramón es un vecino del centro, que ha tenido que dejar su local donde tenía su negocio, porque le piden el doble de alquiler. No puede permitirse pagar esa cuantía. “Es una manera directa de echarte del sitio en el que llevabas años”, lamenta Ramón.