La jornada de las falsas elecciones convocada para este domingo Maduro para una Asamblea que solo en sentido figurado se puede llamar Constituyente se ha saldado con una contundente derrota.

La primera derrota ha sido la violencia. Maduro ha tenido que recrudecer la represión para que la farsa de unos comicios que no tenían garantía alguna pudiera tener lugar. Han sido asesinadas 15 personas desde el sábado por el régimen y sus elementos paramilitares.

La segunda derrota es la abstención.  Después de haber recurrido a la amenaza y la coerción para que acudiera a votar un importante sector de la población, el régimen de Maduro asegura que la participación ha sido del 41 por ciento. Porcentaje bajo y, sobre todo, falso. En el este y el sureste de Caracas, por ejemplo, los comicios prácticamente no se celebraron. El fraude ha sido masivo. Se admitieron votos mucho antes de que se abrieran oficialmente las urnas y no había controles mínimamente seguros de la entidad de los votantes. Según la oposición,  solo ha votado un 12  por ciento del censo. Todo indica que estamos ante una participación de menos de 7 millones que es la consiguió la oposición hace 15 días en una consulta organizada por la sociedad civil.

El fracaso de la jornada del domingo y la violencia han deslegitimado definitivamente a Maduro. Todo lo que hace desde hace meses sino años es intentar dar carta de naturaleza a una de las peores dictaduras de América Latina.