El PP celebra desde ayer su XVIII Congreso en un clima de absoluta tranquilidad. Las más de 4.000 enmiendas iniciales presentadas por los compromisarios se han reducido drásticamente. El debate sobre las primarias o la acumulación de cargos ha llegado desactivado. Sería un error que los populares se pronunciaran a favor de la regulación de los vientres de alquiler, algo solo demandado por un sector minoritario de la sociedad y del partido. La libertad del voto en conciencia sí supone un avance importante.Con el espectáculo que está ofreciendo Podemos y las dificultades del PSOE, es de agradecer que, en un panorama político internacional muy agitado, las aguas bajen tranquilas en la formación que está en el Gobierno. Durante el pasado año se ha visto que el PP goza de un sólido suelo electoral; los españoles no quieren vetos, y han apreciado la paciencia y el modo de hacer de Rajoy durante 2016.Pero los retos para el futuro siguen presentes. La lucha contra la corrupción, la necesidad de conectar con los votantes más jóvenes y urbanos, la superación de la polarización y la exigencia de dar forma a un proyecto político que vaya más allá de la gestión, siguen siendo urgentes. El deseo de una política más cercana a la gente y a la sociedad civil no se ha evaporado. Haría mal el PP si, frente a tanto reto, responde solo con mera continuidad.