La enredada madeja electoral que nos ha dejado el 26 de junio, obliga a los partidos a un complejo ejercicio de consultas para llegar a formar un gobierno estable, por encima de caprichos o estrategias partidistas. Ya se ha conseguido un primer paso: la designación de la Mesa del Congreso y de su presidenta. El apoyo de algunos diputados nacionalistas a esta configuración, ha provocado que Ciudadanos ponga en cuarentena su decisión de abstenerse en la investidura de Rajoy. Resulta desproporcionado que se amenace con boicotear la eventual investidura del candidato del partido ganador, con el pretexto de que no ha gustado la fórmula para iniciar la legislatura.  Más absurdo todavía resulta es afirmar, como hacen algunos medios, que el PP aspira a reforzar sus presuntos acuerdos con los separatistas, cuando ha mantenido una política de coherencia constante en defensa de la unidad de España y de la Constitución. Los acuerdos necesarios para evitar unas terceras elecciones no pueden ser objeto de los caprichos o las estrategias de cada partido. Lo que está en juego es el interés general, que debe plasmarse en un programa común de vocación mayoritaria. Los españoles hemos elegido 350 diputados para que trabajen y negocien lo que puede ser mejor para España, dentro de la ley y como nación europea. Sin paliativos de ninguna clase, ha llegado la hora de la responsabilidad para todos. El juego se ha acabado.