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Unai Emery, un daño colateral en la guerra entre millonarios

El técnico español sufre las filtraciones de Ben Arfa y Lucas Moura, dos jugadores que no entran en sus planes. Realmente, Emery y Neymar tienen una relación absolutamente normal, gracias en parte a la mediación de Dani Alves, amigo común de los dos.

Unai Emery y Neymar se saludan en un entrenamiento

Unai Emery y Neymar se saludan en un entrenamiento

Jesús Bueno

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 10 nov 2017

Desde que llegara Neymar al PSG, no hay día que no se publique en Francia algún artículo o noticia que sea contraria y desestabilizadora para los intereses del club parisino. Y lo más curioso es que casi siempre nacen desde el mismo medio, desde el diario L'Equipe, el rotativo galo más beligerante con Nasser Al-Khelaifi, el hombre que rompió la banca este verano con los fichajes de Neymar y Mbappé, y al que le recuerdan a diario su desprecio al Fair Play financiero o sus litigios con beIN SPORTS y la FIFA.

Y en medio de esa guerra de poder está un técnico guipuzcoano llamado Unai Emery, que fue contratado para darle lustre a un equipo de jóvenes millonarios, cuyo esplendor llegó este verano con la incorporación de Neymar, arrebatado al Barça tras el pago de 222 millones de euros. Unai se las prometía muy felices, y no era para menos, pero en poco más de dos meses se ha dado cuenta de que en el vestuario tiene un polvorín. Cada jugador llegó en su momento al PSG con infulas de estrella y de grandeza, y cuando alguno ha ido perdiendo ese estatus, no lo ha sabido asimilar.

Los casos más flagrantes son los de Ben Arfa y Lucas Moura, dos jugadores que no entran en los planes de Unai Emery y que se lo están haciendo pagar muy caro. Son los que filtran a la prensa beligerante contra el club las interioridades del vestuario y los que envenenan a Neymar contra el técnico guipuzcoano.

Ahora se entiende que L'Equipe insista en que Neymar no puede ver a Emery, o que postulen a Mourinho como su futuro sucesor. Todo vale si es para desestabilizar al club parisino y a Nasser Al-Khelaifi, aunque sea a costa del técnico guipuzcoano, que no ha hecho otra cosa que cumplir, a estas alturas, con lo que le piden, que es tener al equipo líder del campeonato francés y ya clasificado con pleno de victorias para los octavos de final de la Liga de Campeones.

A todo esto, la relación entre Unai Emery y Neymar es absolutamente normal, de respeto mutuo, e incluso, fuentes cercanas al técnico guipuzcoano, aseguran que cada día va a mejor. Desde aquel famoso episodio del penalti, que no cayó nada bien a la estrella brasileña, todo ha ido progresando adecuadamente, en gran parte por la mediación de un amigo común que tienen ambos en el vestuario, el también brasileño Dani Alves. Sí, Dani Alves es la persona que ha trabajado para que técnico y jugador fueran llegando a un entendimiento dentro y fuera del campo. De hecho, fue quien motivó algunas reuniones privadas entre ambos. La última fue justo antes del partido frente al Anderlecht en la Champions, donde Neymar se mostró cercano, cordial y receptivo con Unai Emery.

Lo de que Neymar no soporta sus métodos, sus charlas, sus vídeos.... es todo una milonga. ¿A qué jugador le gusta las sesiones de vídeo o las clases teóricas de un entrenador? A ninguno, todos quieren aprender sobre el césped y con el balón en los pies. Lo que le pasa realmente a Neymar es que no es feliz, ni en París ni en el PSG. Echa demasiado de menos su vida en Barcelona y a sus amigos del Barça. Y eso, por el momento, no lo ha encontrado, ni en la ciudad ni en su nuevo club. La complicidad con Dani Alves o con el “chivato” de Lucas Moura, no está colmando sus expectativas. Y nota que cierta parte del equipo recela de sus privilegios y de su forma de ser.

El chauvinismo francés carga sus tintas contra Unai Emery, pero no se lo crean. Tanto Emery como Neymar saben el rol que tiene cada uno y se respetan. Unai, le guste o no, es consciente de que el club gira en torno a la figura de Neymar, y nunca emprendería una batalla que sabe que no podría ganar.

El técnico guipuzcoano es el primer interesado en que Neymar logre adaptarse lo más rápidamente posible a sus métodos, a sus compañeros y a la ciudad. Emery sabe que el PSG es mejor con Neymar que sin él. Pero Unai no está en la cabeza del brasileño para hacerle entender que Cavani y Mbappé no son Messi ni Luis Suárez, que París se va a dormir antes que Barcelona, que Francia no es España, o que su sueño de jugar en el Real Madrid está aun demasiado lejos. Y de todo eso, Unai no tiene la culpa, por mucho que se empeñe “el prestigioso L'Equipe”.

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