La Navidad era su festividad favorita y no iba a poder celebrarla por muy poco. Jacob tenía solo nueve años, y su último deseo era poder abrir por última vez sus regalos de Navidad.
Fue gracias a una familia entregada que luchó contra su neuroblastoma y también por poder verle disfrutar de su festividad favorita. Por eso, todavía en octubre, cambiaron el día de Navidad en su casa. Pidieron a través de las redes sociales que le enviarán felicitaciones al niño, y el mundo se entregó con él.
Pudo abrir sus regalos en la Navidad de los Thompson y también recibió más de 15.000 felicitaciones navideñas en un solo día. Y pudo irse habiendo cumplido su última voluntad, con una sonrisa de ilusión dibujada en la cara.