En México y Uruguay existen leyes que permiten retirar el tratamiento médico a un enfermo terminal. En el caso de Uruguay esta decisión puede tomarla el cónyuge o un familiar cuando el paciente no es capaz.

A día de hoy esta cultura del descarte en forma de eutanasia y suicidio asistido están legalizadas en Holanda, Luxemburgo y Canadá. La eutanasia es legal en Bélgica y Colombia.

Estos con algunos casos que sirven como ejemplo del cariz que está cogiendo esta medida última en el mundo.

Nathan Verhelst, belga de 44 años, se sometió a varias operaciones de cambio de sexo, intervenciones que no salieron como esperaba...por lo que solicitó la eutanasia. Nathan alegó que se sentía “asqueado”, como un monstruo y que tenía un sufrimiento físico insoportable. Según él las operaciones le habían dejado secuelas físicas que impedían a su cuerpo cumplir funciones fisiológicas básicas. Durante seis meses estuvo en tratamiento psicológico...tras este tiempo de terapia, dos psiquiatras acreditaron que podía someterse a la eutanasia por las secuelas psicológicas que padecía. Se le aplicó una inyección letal.

Otro de los casos que más polémica crearon en Bélgica fue el de los gemelos sordomudos Marc y Eddy Verbessem, de 45 años. Solicitaron la eutanasia al conocer que padecían una enfermedad ocular degenerativa que les dejaría sin visión.

Mark Langedijk, de 41 años, alcohólico, padecía depresión y un trastorno de ansiedad. Divorciado y con dos hijos pequeños... entró y salió de 20 clínicas de desintoxicación en un intento de superar sus problemas. Su médico de cabecera alegó que su sufrimiento y su dependencia del alcohol eran insuperables. El doctor le inyectó una sustancia letal, murió en su casa acompañado por sus padres, hermanos y su mejor amigo.

El caso de Femke, nombre ficticio de una veinteañera holandesa a que la que se le practicó la eutanasia por ser incapaz de recuperarse de las heridas psicológicas que le provocaron los abusos sexuales que sufrió durante 10 años. Esta chica padecía estrés postraumático, depresión crónica y anorexia nerviosa. Tras años de tratamiento, los médicos llegaron a la conclusión que no había ninguna esperanza para ella. En el informe que justifica la eutanasia, los doctores coinciden en que curarla ya no era posible.