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Más de 2.000 empresarios sufrieron una extorsión que sembró terror en Navarra

Más de dos mil empresarios, ejecutivos y profesionales liberales sufrieron desde los años setenta hasta 2009 la extorsión de ETA, que la banda llamaba eufemísticamente el "impuesto revolucionario", una práctica que sembró el terror en el tejido empresarial de la Comunidad Foral.

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 17:45

Más de dos mil empresarios, ejecutivos y profesionales liberales sufrieron desde los años setenta hasta 2009 la extorsión de ETA, que la banda llamaba eufemísticamente el "impuesto revolucionario", una práctica que sembró el terror en el tejido empresarial de la Comunidad Foral.

José Manuel Ayesa, presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra de 1989 a 2010, ha comentado a Efe que aquellos fueron años muy duros, porque ETA "actuó con una radicalidad y una maldad absoluta".

La banda terrorista, ha destacado, "alteró la vida de muchas familias, de muchas personas, y la verdad es que, aunque queda bastante lejos, volverlo a recordar se hace bastante duro".

Los terroristas, según se recuerda en el libro de tres volúmenes "Relatos de plomo", editado por el Gobierno de Navarra, iniciaron su financiación perpetrando una veintena de atracos a punta de pistola en la Comunidad Foral.

Ante las medidas de seguridad adoptadas por los bancos, los atracos eran cada vez más arriesgados y menos rentables, por lo que se puso en marcha una nueva estrategia de extorsión a partir de los años setenta, fundamentalmente mediante el envío de cartas.

Un periódico de la época ya desaparecido, el Pensamiento Navarro, reproducía el contenido de una de estas cartas, escrita en unos términos que resultan surrealistas: "Si usted no es partidario de la dictadura, colabore económicamente con la lucha del Pueblo".

Ayesa ha relatado a Efe cómo, durante la extorsión, ETA llegaba a mandar hasta cinco cartas al empresario durante unos treinta meses. También se producían llamadas a su casa de madrugada e incluso se llamaba al portero automático para amedrentar aún más al extorsionado.

Estas no eran las únicas formas que utilizaba la banda terrorista para extorsionar a los empresarios, ya que desde 2001 ETA emprendió varias campañas de boicot a empresas vascas y navarras que se negaban a pagar, además de la colocación de artefactos explosivos en varias empresas.

En "Relatos de plomo", se calcula que sólo un cinco por ciento de los empresarios y profesionales navarros pagaron la extorsión de ETA, un porcentaje muy inferior a los de Bizkaia y Gipuzkoa.

Ayesa ha declarado asimismo que, salvo algunos casos aislados, en Navarra los empresarios tampoco dejaron la comunidad a causa de la extorsión, aunque "el efecto más importante fue el de los que pensaban venir y no vinieron", lo que en su opinión perjudicó a la economía navarra hasta un punto muy difícil de cuantificar.

El punto final del "impuesto revolucionario" llegó en abril de 2011, cuando ETA remitió una carta al presidente de la CEN, José Antonio Sarría, en la que le anunciaba que quedaba "cancelada" la extorsión a los empresarios como consecuencia de alto el fuego declarado el 10 de enero de ese año.

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