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SAM SMITH (Previsión)

La voz poderosa de Sam Smith emociona pero no mueve masas en Barcelona

Rosa Díaz

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 00:20

Rosa Díaz

La voz poderosa de Sam Smith ha emocionado hoy en Barcelona, pero no ha llenado el Palau Sant Jordi, que le ha quedado grande a este intérprete británico, quien no por ello ha dejado de dar lo mejor de sí mismo y demostrar que, no sólo brilla en las baladas, sino también tiene una faceta bailable.

Ante menos de 8.000 personas en un espacio con capacidad para el doble, Sam Smith ha conseguido caldear el ambiente con talento musical, capacidad para conectar con el público y la ayuda de su equipo, que ha colocado unas cortinas negras que han reducido el aforo y han hecho casi inapreciables los sillones vacíos.

También ha facilitado la cercanía un escenario triangular con forma de pasarela que ha permitido al cantante aproximarse a su público, en una apuesta escenográfica acertada para alguien como Sam Smith, hecho para las distancias cortas y cuya mayor virtud es la capacidad para abrir su alma herida y expresar con intensidad el dolor de la pérdida amorosa y la soledad.

Consciente de ello, el intérprete ha empezado el concierto sentado en una silla en el centro del escenario, solo y mirando al suelo, mientras cantaba con dramatismo "Burning", uno de los temas de su segundo álbum "The Thrill of It All", que da nombre a la gira.

Con la luz tenue y la cara entre las manos parecía que el cantante estaba a punto de llorar, pero cuando se han encendido los focos Smith ha sonreído al público, ha dicho que se sentía feliz de estar en Barcelona y ha interpretado "One Last Song", un tema más alegre, también de su segundo disco.

Este inicio de concierto ha marcado la tónica de la noche, que ha ido combinando los momentos emotivos, marcados por el pop melódico, el soul blando y el gospel blanco, con temas bailables, más cercanos al funk.

También se han alternado las canciones de sus dos únicos discos: "In the Lonely Hour" (2015), que le dio fama mundial con sólo 23 años y "The Thrill of It All" (2017), con el que ha logrado mantener encendida la mecha que empezó arder el verano de 2014 con la canción "Stay with me".

El público, entre ellos muchos extranjeros y bastantes parejas homosexuales, ha gritado de emoción cuando ha llegado el tercer tema de la noche, "I'm Not The Only One", uno de los éxitos de su primer disco.

Tras "Lay Me Down", Sam Smith se ha dirigido a los espectadores y se los ha metido en el bolsillo con su dulce sonrisa y su manera amable y cariñosa de hablar.

"Estoy muy emocionado de estar aquí. Mi equipo y yo hemos trabajado muy duro preparando esta gira, espero que os guste. Sé que mi música es un poco depresiva, pero voy a intenta que seáis felices y lo paséis bien", ha dicho.

Para conseguirlo ha contado con una sólida banda formada por cuatro coristas y seis músicos, que han salido de las entrañas del escenario en la segunda canción y luego han aprovechado en varias ocasiones las posibilidades de la pasarela, con dos plataformas móviles incorporadas.

Sam Smith ha bailado con la banda en "Money on my Mind" y "Restart" y se ha vuelto a poner serio y dolorido para cantar "Say It First" y "Him".

"Too Good at Goodbyes", una canción muy bien construida que el público ha coreado feliz, ha cerrado el concierto, aunque los bises no se han hecho esperar.

Smith ha dejado para el final la principal sorpresa escenográfica: el gran triángulo del fondo del escenario, que hasta ese momento había servido de pantalla de proyecciones, se ha abierto como una flor y dentro ha aparecido una escalera de caracol, a la que ha subido Smith para cantar "Palace", a la que ha seguido el momento álgido de "Stay with me" y la despedida de "Pray".

Hora y media de espectáculo que mañana llegará a Madrid y después viajará a Lisboa y Varsovia, antes de emprender el largo recorrido americano, que durará todo el verano.

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