Alicia G.Arribas.

Yvan Attal estrena este miércoles en España su quinto largometraje, "Una razón brillante", que ha encandilado a más de un millón y medio de espectadores franceses dispuestos a confiar en el poder de las palabras, esas mismas que consiguen hacer de una persona normal alguien excepcional.

En una entrevista con Efe, el director israelí nacionalizado francés confiesa que tuvo "motivos personales" que le empujaron a rodar esta película en la que el humanismo, la filosofía, la oratoria y el amor a las palabras se abren paso en un chispeante mano a mano que mantiene en vilo al espectador.

"Me identifico mucho con el personaje de la chica, y me toca muy de cerca este mundo en el que ella se mueve; hoy, todo se reduce a dos palabras, dos fotos, a emoticonos. Tenemos una forma de comunicarnos cada vez más reducida, las películas se hacen con móviles, las historias son cada vez más rápidas. Sí -afirma rotundo-, me identifico con ese otro mundo y me gusta ir contra esa tendencia".

Con solo dos personajes, Daniel Auteuil en el papel de Pierre Mazard, un cínico, provocador y carca profesor de universidad, y la joven Camélia Jordania -ganadora del César a la Mejor Actriz Revelación-, convertida en una alumna de origen árabe con pocas posibilidades de triunfar, Attal plantea un debate con carga de profundidad.

Neila Salah, una joven del extrarradio parisino que sueña con ser abogada, se matricula en la Facultad de Derecho más importante de París, pero el primer día de clase tiene un enfrentamiento con el profesor Mazard, un tipo conocido por sus comentarios racistas y sus maneras fuera de tono.

Un vídeo subido a internet, junto a varias denuncias de alumnos, obligan al rector a "redimir" al profesor al que obliga a preparar a la alumna magrebí para que represente a la universidad en un concurso de oratoria de ámbito nacional.

"Uno no está obligado a quedarse en el barrio en el que nace; en Francia -dice Attal- todas las puertas están abiertas y cualquier chico o chica puede acceder a cualquier libro, o lo que quiera, de cualquier autor y de cualquier época, y gratis".

Al igual que su protagonista, una actriz a la que no conocía y que eligió para el papel después de verla cantar en el homenaje a las víctimas del atentado del Bataclan junto a un católico y una judía, Attal tuvo "la suerte" de conocer a un profesor y de acceder a un grupo de teatro "y eso lo cambió todo. Pero hay que querer", afirma.

"A todos nos llega el momento en que si uno quiere, puede dejar de ocultarse detrás de la bandera del victimismo y las quejas y dejar de utilizar el fracaso como excusa. No, no y no -subraya Attal-, no nos podemos quedar ahí. Todo depende de la persona, de lo que quiera y esté dispuesto a hacer".

Nacido en Tel Aviv (Israel), pero de origen argelino judío sefardí, Attal dice que sabe perfectamente cómo se siente Neila: "Conozco su barrio, su ambiente, he crecido así, mi familia no tenía libros en casa, yo no leía, pero un día empecé a ir a las bibliotecas, al teatro, y descubrí la belleza. De repente, se abrió ante mi la posibilidad de abrazar ese mundo".

La película deja entrever que cualquier alumno, con la ayuda y dedicación del sistema, puede ser brillante; eso es política, reconoce el director, pero añade que "en realidad, todo es política".

Attal, que debutó como director en 2002, con una cinta titulada "Mi mujer es una actriz", que él mismo protagonizó junto a su mujer, Charlotte Gainsbourg, asegura que lleva "veinte años" aceptando ser "el marido de".

"Y estoy orgulloso de serlo, lo acepto, y me declaro en ese sentido un hombre sumiso", afirma entre risas el también guionista y actor de medio centenar de películas, entre ellas, "Munich", (2005) o "Un mundo sin piedad" (1989), su debut como actor que le valió un premio César.

La cinta se estrena mañana miércoles en lugar de los viernes, como es habitual, debido a la Semana Santa.