Miguel del Arco regresa a la dirección teatral con "Ilusiones", una propuesta que necesita más que nunca la colaboración del espectador porque "destruye cualquier tipo de patrón"; es una "comedia existencialista", ha dicho, que "no respeta nada".

"Vamos disparando al público con pequeñas cuestiones para que quiera más, para que quiera que le contemos más, hasta que nos convirtamos en yonkis de las historias", ha bromeado el director.

En una rueda de prensa, rodeado de sus cuatro protagonistas, Marta Etura, Daniel Grao, Alejandro Jato y Verónica Ronda, Del Arco ha señalado que "Ilusiones" es "difícil de explicar".

Es un recorrido vital por dos parejas que podrían no ser parejas; son cuatro personajes pero podrían ser más, o menos, y no tienen nombre. La cuarta pared, añade, "cae fulminada de inicio".

"Aquí lo importante -apunta el director- es que el que no cuenta, no cuenta", un juego de palabras que es más que eso, aclara, porque se trata de "una función de relatos, un mosaico fragmentado de sus vidas", unidas por el "érase una vez...".

También ha explicado que ha buscado actores "atletas", porque es una función "dura, en lo emocional y en lo físico".

"Hemos jugado todas las formas posibles de diálogo; al final, son monólogos enlazados que pulverizan la sensación de soledad", mérito, asegura Del Arco, de un autor desconocido en España, Ivan Viripaev, un ruso que vive en Polonia y que se pone en escena ahora por primera vez.

"El texto me atropelló", da como explicación Del Arco sobre su vuelta a la dirección tras un año que pasó sobre él "como una apisonadora".

Se trata de historias que cuentan los actores sin nombre -Mujer 1, Mujer 2, Hombre 1 y Hombre 2-, y que empiezan con Etura contando la muerte de uno de ellos.

Así, sus experiencias vitales hasta que son ancianos no son contadas por ellos mismos, sino que lo hacen completando uno la narración del otro, a veces en tercera persona, otras en primera, sin orden previo o preestablecido.

"La única permanencia es el relato, somos palabra y con la palabra hacemos el relato. La palabra tiene ese poder de evocación. Solo hay que dar asideros al público para que su imaginación se dispare", ha resumido el director.

Viripaev, dice Del Arco, "complica el texto dentro de la sencillez (...) los relatos llevan cargas de profundidad. De la muerte se pasa a la infancia de un personaje, idas y venidas atrás y adelante, en un relato sobre el que todos los personajes van aportando piezas".

Hay un trabajo "minucioso" y "minimalista", -"quizá es la obra más minuciosa de mi vida", afirma Del Arco-, quien pensaba dejar a los personajes contando sus cuentos en "la nada", en un escenario vacío.

Pero la cosa es que mañana, cuando se estrene "Ilusiones", el público se va a encontrar un escenario "barroco", convertido en un "gran contenedor de teatro", plagado de piezas que ayudarán a los actores a contar sus historias y que el director juega a retar al asiduo del Pavón a encontrar trozos de obras ya vistas en escena.

Ganador del premio Valle-Inclán por "De ratones y hombres" (2012), y de dos premios Max "Veraneantes", 2012, y "La función por hacer" 2011, el dramaturgo, director de escena y copropietario del Pavón Kamikaze, Del Arco ha dicho que es la primera vez que trabaja con estos actores y que se quedará con ellos en la compañía.

Para ellos, según han explicado Grao y Etura, trabajar con Del Arco era una "ilusión" -nuevo juego de palabras-, un reto y motivo de "mucho susto" para la actriz y directora de escena vasca.

"Tenía muchas ganas de trabajar con Miguel, es inteligente, preciso, muy trabajador y tiene mucho sentido del humor. Estoy asustada y feliz, en una mezcla terrible de vértigo y entusiasmo", ha dicho la ganadora del Goya en 2011 por "Celda 211":"Tengo la certeza de que en el teatro es donde el actor crece y se hace más grande".

Grao, que reconoce que les ha costado no interpretar a "alguien concreto", dice que lo mejor de la obra es "cómo, bajo lo aparentemente simple que es, se esconde el sentido de la vida".