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LIBRERÍA LAGUN (Previsión)

Lagun, medio siglo de un símbolo

Ana Burgueño,San Sebastián, 16 mar (EFE).- "Quiero pediros perdón, y algún día hablaremos". La frase es de un antiguo dirigente de ETA, ya fuera de la banda, y su destinatario, Ignacio Latierro, uno de los fundadores de Lagun. Ha sido la primera vez en el medio siglo de la librería donostiarra que alguien de ese mundo se acerca a ellos con ese fin.,Ha ocurrido este mismo año y en la propia librería, un símbolo de la resistencia y la libertad ante el fanatismo, que el próximo 22 de marzo recibirá

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09 abr 2018

Ana Burgueño

"Quiero pediros perdón, y algún día hablaremos". La frase es de un antiguo dirigente de ETA, ya fuera de la banda, y su destinatario, Ignacio Latierro, uno de los fundadores de Lagun. Ha sido la primera vez en el medio siglo de la librería donostiarra que alguien de ese mundo se acerca a ellos con ese fin.

Ha ocurrido este mismo año y en la propia librería, un símbolo de la resistencia y la libertad ante el fanatismo, que el próximo 22 de marzo recibirá el homenaje de sus clientes y amigos por su 50 aniversario, en un acto organizado por el departamento de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa, en manos del PSE-EE.

La gran ausente será su "alma mater", María Teresa Castells, fallecida el pasado septiembre, que junto a Latierro logró llevar adelante un negocio que hizo frente al franquismo y con el que luego se cebaron los jóvenes de la "kale borroka".

El ataque de la Nochebuena de 1996, cuando Lagun quedó hecha un amasijo de libros, cristales y pintura, y el atentado que en 2001 casi acaba con la vida del marido de María Teresa, el exconsejero vasco José Ramón Recalde, colocaron a la librería al borde del cierre.

El intento de asesinato de Recalde les obligó a dejar el local de la Plaza de la Constitución, en enero de 1997, poco después de ese 24 de diciembre en que reventaron la puerta y el escaparate de la librería, los radicales hicieron arder los libros de Lagun al más puro estilo nazi.

En esos años presentaron decenas de denuncias, pero nunca se produjo una detención, tampoco en una ocasión en que las huellas de uno de los asaltantes que había pisado la pintura que él mismo había arrojado al interior del establecimiento llevaban directamente a uno de los locales de la izquierda abertzale en la calle Juan de Bilbao, también en la Parte Vieja, según recuerda Latierro.

El apoyo y la solidaridad de mucha gente les ayudaron a resistir, lo que ha hecho posible celebrar un cumpleaños al que también se sumarán representantes institucionales, entre ellos el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, del PNV, que considera a Lagun "un símbolo" porque "los libros han vencido y sobrevivido a la incultura de la violencia".

"Es también un espacio, mental y físico, donde podemos seguir reivindicando que cultura es igual a libertad", ha señalado a EFE.

EH Bildu considera "totalmente respetable" este homenaje al que no ha sido invitada, explica su portavoz en el consistorio donostiarra, Amaia Almirall, que defiende el "criterio" de la coalición de que los homenajes sean "colectivos" e "inclusivos".

Almirall, directora en la etapa de Bildu de Donostia Kultura, la entidad municipal que gestiona las bibliotecas, entre otros recursos, no cree que se deba entrar "en el mundo de las excepciones" con los reconocimientos porque "esto nos va a complicar el futuro a todos" y "lo importante es buscar el espacio común".

Del entorno de la izquierda abertzale el "único gesto" que les ha llegado a los responsables de Lagun es el perdón de ese exdirigente de ETA que Latierro recibió "con cierta distancia".

Dice que los acercamientos entre víctimas y victimarios son decisiones personales que él "respeta absolutamente", pero cree que "lo importante es el reconocimiento público, no tanto del daño causado, como del tremendo error que supuso la actividad de ETA".

"Lo sustancial es que hemos vivido un periodo en el que en un sector de la sociedad se aceptó que matar a la gente podía ser un instrumento para el logro de objetivos políticos", afirma el librero, quien también fue parlamentario vasco del PSE-EE.

No tiene "muchas esperanzas" de que quienes "lo protagonizaron de una manera u otra sean capaces de reconocerlo públicamente porque tiene que ser muy duro" y no les ve "con el coraje suficiente como para afrontarlo".

"Pero pienso que de una forma, como siempre muy contradictoria, la sociedad vasca sí va a considerarlo así. El sentimiento mayoritario va a ser de olvidar, y tampoco vamos a perder demasiado tiempo en analizar cuál fue nuestro comportamiento, pero eso no va a significar la bendición a un relato en el que no se recuerde que hubo una actuación criminal", destaca.

Latierro asegura que no hay barreras "de tipo ideológico" en la selección de los libros que venden, que "no hay ningún tipo de censura previa" a editoriales como Txalaparta, afín la izquierda abertzale, aunque reconoce que esos títulos "tienen poca vida" porque sus clientes no los compran.

"El libro está ahí, pero claro, en el escaparte no estará, porque el escaparate de Lagun siempre ha sido su 'línea editorial'", destaca.

Latierro, nacido en San Sebastián hace 75 años, habla de Elena Recalde, como del "futuro" de Lagun.

La hija de María Teresa Castells y José Ramón Recalde, que ha trabajado intermitentemente en la librería en los últimos diez años, dice que para ella conlleva "un poco de presión", pero que acepta con ganas el legado de su madre, de la que recuerda su amor por la lectura y su empeño por seguir adelante con Lagun pese a todo.

"Cuando mi padre sufrió el atentado, mi hermana y yo le dijimos a mi madre 'ya está, ya habéis hecho lo suficiente, idos a vivir a otro lado', y dijo que no, que no se podía ceder al chantaje de los radicales y de ETA. En ese momento no entendimos su decisión, ahora sí", subraya.

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