Alicia G.Arribas.

La periodista y escritora Anne-Dauphine Julliand estrena este viernes en España su primer documental, "Ganar al viento", una reflexión sobre "el poder de la vida" que muestra diversos momentos en la vida de cinco niños diagnosticados con patologías graves.

"No es un seguimiento, no hay evolución, es sólo una 'visita' a su mundo para mostrar que un niño enfermo no cambia su punto de vista con la enfermedad. Eso es lo más diferente a la reacción de los adultos, que el niño sigue siendo niño aunque esté enfermo", explica la autora en una entrevista con Efe.

Se trata de Imad, Amber, Charles, Camille y Tugdual, cuatro niños franceses y un argelino que se tratan sus enfermedades en diversos centros sanitarios de Francia, a los que la directora encontró a través de diferentes asociaciones de apoyo.

"Quería que tuvieran entre 5 y 9 años, porque la adolescencia ya sería otra película -sonríe-, y que fueran niños que ya conocen su enfermedad de hace tiempo, porque sé que el momento del diagnóstico es un tsunami en la vida de una familia y no quería poner la cámara en ese momento tan íntimo".

Julliand sabe de lo que habla. Hace un año perdió a segunda hija cuando la niña tenía once años; años atrás había perdido también a Thais, cuando ésta solo tenía tres años. Las dos padecían leucodistrofia metacromática (ELA).

Aquella experiencia la contó en "Llenaré tus días de vida" y "Un día especial", sus dos novelas publicadas. Pero ahora necesitaba más.

"El documental me permitía dar la palabra directamente a los niños, era la manera más pura", explica, usando una palabra que repite en varios momentos de su charla con Efe.

Por eso, añade, "no tiene narrador, no hay más comentarios, solo su voz y su vida".

"Quería mostrar el carácter universal de la infancia, los niños de todos los países del mundo viven el aquí y el ahora, no se preocupan del futuro. Si un niño está feliz, ríe, y si está triste, llora", apunta.

Y eso es, exactamente, lo que se ve en "Ganar al viento", el título sacado del estribillo de la canción que arropa la película, interpretada por Reanud.

"Encontré a estos cinco niños, ni uno más; pero ni los centros donde los tratan ni las personas que los rodean ni qué enfermedad sufren ni qué ha pasado después con ellos son cosas que importen", aclara Julliand: "Sólo importa seguir la infancia desde ellos".

"Sé que hay cosas que no se entienden bien, como estos detalles por los que se puede preguntar el público, pero me da igual. Lo que yo quiero es contar lo que los niños quieran compartir con nosotros", añade. Y, de este modo, todos y todo, incluida la cámara, se ponen a la altura de su mirada.

El rodaje se hizo en 52 días repartidos a lo largo de un año y trabajaron con ella cinco directores de fotografía.

Cuenta a Efe que lo peor de esta experiencia fue "mostrar el dolor, no sabía si hacerlo o no -reconoce-, porque es muy difícil ante el dolor mantener la distancia, es demasiado íntimo".

Como el baño que toma Charles, un niño cuya piel destrozada, tan frágil como "las alas de una mariposa", explica él con sus palabras, sobrecoge. Una escena que Julliand no quería mostrar pero que el propio niño le pidió que lo hiciera.

"Con ellos he aprendido a andar sin miedo en el camino de la vida; cuando no se tiene miedo de la vida, se sabe, sin que nadie te lo enseñe, que la vida se acaba en un momento y que lo importante es vivirla, no cambiarla, sino vivirla -insiste-. Esa ha sido la lección más grande".

La periodista ya prepara un nuevo libro y está decidida a seguir rodando, si su productor Edourad Vésinne quiere, se ríe. "Es muy valiente", considera.

"Entiendo que la película, si la ves como adulto, te resulte muy dura, pero lo que quiero es que el público la vea como niño, que 'exprima' el niño que hay en su interior y así es mucho más fácil", recomienda la directora de cara al estreno este viernes en las salas españolas.