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Alberto Insúa, de los folletines madrileños a las trincheras de Verdún

Alfredo Valenzuela

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13 abr 2018

Alfredo Valenzuela

"Qué estúpida y horrible me pareció una guerra en que el ser humano se metamorfosea en lombriz, en topo, en ofidio oculto en su madriguera esperando el momento de morir o de matar", escribió Alberto Insúa al dejar Madrid y sus folletines para contar la Primera Guerra Mundial desde las trincheras de Verdún.

El autor de "El negro que tenía el alma blanca" y de docenas de folletines que lo convirtieron en el autor más leído de los años veinte junto a Pedro Mata, aceptó el encargo de Torcuato Luca de Tena de marchar a París y convertirse en corresponsal de guerra y ahora, un siglo después, aquellas crónicas han sido reunidas por la editorial sevillana Alfar en el volumen titulado "Alberto Insúa, corresponsal de la Gran Guerra".

Insúa, que entonces tenía treinta años, afrontó la tarea periodística sin abandonar sus convicciones francófilas: "En lo profundo de nuestra conciencia reconocemos que la agresión alemana es una amenaza, no solamente contra nuestras esperanzas de emancipación, sino contra toda la evolución humana" y "hay gentes que no han comprendido todavía que esta guerra es un duelo entre una raza voraz y las otras razas".

Ese enfoque fue más peculiar porque esas palabras fueron escritas para un periódico, ABC, entonces considerado germanófilo -lo fueron sus otros corresponsales, pero no sus firmas más respetadas, Azorín y Manuel Bueno-, en el intento de su director, Torcuato Luca de Tena, de lograr ecuanimidad en un asunto que, como todo lo bélico, levantaba pasiones.

De ahí que el propio Insúa (La Habana, 1883 - Madrid, 1963) explicara acerca de sus crónicas: "Yo escribía mi artículo para ABC como si tuviese delante a un germanófilo y tratara de imponerle mis ideas y sentimientos".

Esta colección de 115 crónicas, escritas entre noviembre de 1915 y abril de 1917, se recogieron por primera vez en libro ese mismo año en Madrid en dos volúmenes titulados "Páginas de la guerra. Por Francia y por la libertad" y "Nuevas páginas de la guerra", y ahora han sido editadas con un estudio crítico por Santiago Fortuño Llorens, catedrático de Literatura Española de la Universidad Jaume I de Castellón.

Fortuño Llorens, que también fue responsable de la edición de una antología de los tres volúmenes de memorias de Insúa en 2003, equipara sus crónicas de guerra con las de otros autores como Gerald Brenan, Winston Churchill, Ernst Jünger, John Dos Passos, Gaziel, Enrique Gómez Carrillo y Blasco Ibáñez, con quien Insúa fraguó una estrecha amistad durante los años de la Gran Guerra.

Insúa, que con la República fue gobernador civil de Málaga y Álava, se hizo acreedor de la alta condecoración francesa de la Legión de Honor, a lo que además de las estancias que vivió en París, donde también escribió alguna de sus novelas, y a sus traducciones de Paul Morand y Maurice Barres, debió ayudar su idea sobre lo que se dirimió en la Gran Guerra:

"Los aliados se baten en nombre del Derecho, en nombre de un principio universal, en nombre de todos los pueblos. Alemania se bate en nombre de su ambición".

Fortuño Llores destaca que las de Insúa "son una crónicas repletas de intrahistoria y humanidad, sin soslayar lo sórdido y desagradable", y el propio cronista escribió en 1917 que como fuentes para sus informaciones prefería, antes que los artículos de Clemenceau, "las palabras del barbero que me afeita, del sastre que me toma medidas, de la madre que me habla del hijo muerto en campaña...".

Además de al París aterrorizado por la vista de los zepelines, de las trincheras de Verdún y de los bombardeos masivos del Somme, Insúa dedicó crónicas a los campos de prisioneros, a contar cómo los franceses ponían a trabajar a los alemanes cautivos y a los refugios de los niños belgas y alsacianos.

En la última de sus crónicas pedía a los aliados que "habiendo puesto fin a las injusticias de la fuerza, organice con el concurso de los neutrales la sociedad de las naciones libres en una humanidad civilizada".

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