La mayor declaración de amor al juego del baloncesto que se recuerda se ha llevado un Oscar. La carta de despedida a 20 años de profesional de Kobe Bryant en realidad era mucho más que eso, era una manifestación artística, y como tal se elaboró un corto de animación que es pura emoción, una declaración de amor sincera, recreada con una animación maravillosa y sostenida por la música del maestro John Williams.

Kobe no se fue como uno más, concibió su adiós como algo especial, como un regalo a su ego, ese que le hizo ser campeón, que le hizo ser ganador, que le hizo ser ambicioso, que le hizo querer más y más hasta la obsesión. Si le había exigido tanto, justo sería, debió pensar Kobe, darle su justa recompensa. 

Y por ella trabajó durante sus últimos meses en activo, Kobe tuvo un baño de masas en todos y cada uno de los pabellones que visitaron los Lakers aquella temporada, y concibió su propia despedida mediante un poema de amor al baloncesto, en el momento de despedirse, de separar sus caminos, era la despedida a una vida para empezar otra.

De aquella poesía nació ese corto de animación que vimos por primera vez en la retirada de sus dos dorsales (8 y 24) en el Staples Center de Los Angeles el pasado 19 de Diciembre. "Dear basketball", una obra de 5 minutos creada, narrada y producida por el propio Kobe y dirigida por Glen Keane, con la imponente música de John Williams.

Por la genial animación, por lo que cuenta, por cómo lo cuenta (preciosa narración en primera persona de Bryant), por la trascendencia del personaje, por la música de Williams, "el Oscar es para...". 

Kobe ha dicho que era una pasada y que estaba más feliz que ganando un campeonato. Sin duda no lo habría dicho hace unos años, pero ahora sí, porque sus campeonatos ya no regresarán, están ahí como su legado que llevará consigo, pero ahora está en el resto de su vida, y el resto de la vida de un deportista es toda una vida. Ha sido un Oscar para empezar de nuevo. 

Kobe Bryant reconocía en el backstage tras recoger su estatuilla que estaba entrenando en domar su ego y aprender a empezar de nuevo, porque no se trata de vivir de quien fue, sino de buscar otro camino. Y ésa es una tarea ardua para cualquier deportista, la ex estrella de los Lakers reconoce con honestidad en qué camino está. 

"Se supone que los jugadores sólo sabemos tirar y driblar pero me alegro de que hagamos un poco más que eso" dijo Kobe al recoger su estatuilla , un gancho directo a la periodista de la cadena Fox y a la línea editorial conservadora blanca en EEUU que, como ocurriera en los 60, sólo toleran la excelencia en los afroamericanos como estrellas del deporte. Algo así fue lo que dijo la periodista Laura Ingraham al pedirle a Lebron James que se dedicara a jugar y se olvidara de criticar al presidente Trump porque no tiene la preparación para hacerlo.

Ocurre que Lebron James ha asumido un liderazgo en la comunidad afroamericana que ha sentido como una regresión la actual presidencia de EEUU.  "Soy más que un deportista" fue la respuesta de Lebron. Y Kobe aprovechó el mayor escenario posible y la audiencia más numerosa para lanzar ese mensaje.

"Dear basketball" acaba con una frase inspiradora "hay un poder en comprender que el camino de otros te puede ayudar a crear tu propio camino".

El poder del corto está en que cualquiera de nosotros, da igual lo que hagamos y el "éxito" que tengamos, podemos reconocernos en los sueños del niño de 6 años que imaginaba finales de partido y enrollaba los calcetines para encestarlos en la papelera de la habitación, que colocaría después sillas para botar el balón entre ellas y desarrollar su destreza, el niño que imaginaba una y otra vez ese final de partido y la cuenta atrás, 5, 4, 3,2,1...¡ canasta! Es una pequeña historia en dibujos excepcionalmente narrada que nos ayuda a recuperar nuestros sueños, y ése es el gran poder inspirador de la obra creada por Bryant.