La violencia genera más violencia
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Actualizado 09 may 2017
El secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes, alumnos de escuelas religiosas judías, ha vuelto a poner en jaque los ya de por sí complejos equilibrios sociopolíticos en Oriente Medio. No hay reivindicación oficial, pero todos los indicios apuntan hacia los terroristas de Hamas, cuyo líder aseguró días atrás que estaría orgulloso de que los secuestradores fueran miembros de su organización. El Papa Francisco se ha unido al dolor inenarrable de las familias afectadas por esta violencia homicida. El asesinato de inocentes siempre es un acto execrable e inaceptable, que supone además un gravísimo obstáculo en el camino hacia la paz, por la que tanto debemos empeñarnos.La dura reacción con la que Israel había avisado ya se ha producido. Es solo un ejemplo más de cómo la violencia genera otra violencia distinta y alimenta el círculo mortal del odio. La solución no es sencilla, pero pasa por romper ese círculo que solo lleva a empeorar aún más la situación. Cuando la luz de Dios se apaga, y la utilización de su nombre por los terroristas es un buen ejemplo de ello, se extingue también la dignidad humana. A pesar de las dificultades objetivas, no es momento para pensar en revanchas, sino para conjugar la denuncia clara y la prudencia. La condena del terrorismo y la oración para que sea Dios quien de verdad inspire a todos los pensamientos de compasión y de paz que tanto se necesitan.
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