La cumbre de la Alianza Atlántica que se inicia hoy en Cardiff, ha adquirido una relevancia inesperada ante la situación en Ucrania y la amenaza de la expansión del yihadismo en Oriente Medio. Cuando cayó el muro de Berlín y se disolvió el Pacto de Varsovia, muchos se preguntaron si era necesario mantener viva una OTAN que había surgido tras la II Guerra Mundial para hacer frente a la agresividad del expansionismo soviético. Ahora se demuestra que esa alianza del mundo occidental para la defensa de su seguridad, tiene una razón de ser, siempre y cuando sea capaz de afrontar estos nuevos retos. Aunque la OTAN es una alianza esencialmente militar, no puede plantearse una respuesta ciega a esos retos sino una respuesta inteligente de la que no pueden estar ausentes la diplomacia y un juicio moral de la situación.En el caso de Ucrania, Rusia está poniendo a prueba, con su ayuda descarada a las milicias pro-rusas, la capacidad occidental de mantenerse unida para conjurar sus pretensiones imperiales en el este de Europa. En el caso del yihadismo lo que se impone con urgencia es una alianza con los propios países musulmanes, empezando por Arabia Saudita, que son los primeros que deberían hacer frente a un Estado Islámico al que dicen considerar el “enemigo público numero uno del Islam. Pero en el supuesto de que Barak Obama consiga llevar a cabo este propósito, la lucha permanente contra el terrorismo islamista debe incluir una solución definitiva al conflicto palestino. Como en los tiempos antiguos, la paz se presenta unida a la geografía y al respeto de los derechos humanos.