Miles de ucranianos se han echado a las calles este domingo para pedir la dimisión del Gobierno encabezado por Victor Yanukóvich. Los incidentes no han cesado desde que el pasado 21 de noviembre el presidente anunció que renunciaba a firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, justificando su postura en el alto coste económico y social que podría tener en este momento la operación para Ucrania.El momento es especialmente delicado. Las calles de Kiev vuelven a arder, por desgracia literalmente, con enfrentamientos entre opositores y policía en los que parece haber evidentes excesos en la represión de las protestas, y como suele suceder en estos casos, también en algunos incontrolados que prefieren las irresponsable algaradas a la legítima y adecuada protesta pacífica. El estilo autoritario de Yanukóvich y su incapacidad para gobernar el país tienen a Ucrania al borde de la quiebra. La Unión Europa debe pensar muy bien qué hacer a partir de ahora y no dar pasos en falso. Los vestigios de la ruina socialista siguen asomando la cabeza en algunas de las antiguas repúblicas de la URSS, como vemos ahora en Ucrania. El socialismo del Este de Europa se resiste a pasar por un verdadero proceso de regeneración democrática. Y mientras eso no suceda es imposible atisbar horizontes más anchos para un pueblo que ya ha sufrido demasiado.