Duitama (Colombia), viernes 4 de enero de 2013. 2ª de Feria. Media entrada. Corrida nocturna. Ocho toros de Fuentelapeña, bien presentados y de variado juego. Nobles y bravos en conjunto. Difícil y con sentido el 6º. El mejor el 7º, premiado con la vuelta al ruedo Sebastián Vargas, palmas y palmas. Alejandro Gaviria, silencio y cornada. Paco Perlaza, dos orejas y dos orejas. Moreno Muñoz, palmas y silencio. Bien con la capa en sus dos ejemplares y lucido en banderillas en su segundo estuvo Sebastián Vargas. Muy por encima de su primero al que mató de estocada, tuvo momentos lucidos con el segundo que se perdió en la querencia y presentó dificultades para matarlo. Escuchó música y ovaciones en sus faenas.Alejandro Gaviria, resultó herido de gravedad por su segundo ejemplar, un toro serio y con mucho sentido, al que con muy buenas maneras y mucho valor, le arrancó vistosas verónicas de inicio y excelentes muletazos sobre las dos manos, rematando muy torero con los de pecho. A la salida de uno de ellos, fue enganchado por la pierna izquierda sufriendo una cornada limpia de 8 centímetros que le afecto músculos en la región inguinal, pasando a la enfermería y más tarde a la clínica Boyacá donde fue operado. En su primero noble y justo de fuerza, escuchó ovaciones y música por su labor variada, firme y decidida, rematada con pinchazo y estocada. Con apoteósico éxito, Paco Perlaza, se constituyó en el gran triunfador de la noche, alcanzando las dos orejas de cada toro, a los que supo darles los espacios y el aguante adecuado en faenas variadas, toreras y estructuradas, ovacionadas con fuerza por los asistentes. Mató con excelente estocada recibiendo a su primero, noble y buen ejemplar que supo entender, cortando las dos orejas. Con su segundo, el mejor de la noche que aflojó al final después de prolongada faena, lo remató con estocada rápida, recibiendo entre ovaciones, también las dos orejas. Gran ovación para el toro, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Moreno Muñoz, con buena disposición en sus dos toros, escuchó ovaciones en su toreo de capa. Su labor con el primero, noble y con poca fuerza, fue variada y alargada, que finiquitó mal con la espada. Su segundo, octavo de la noche, resultó el garbanzo del encierro, que suelto de salida, buscó pronto la querencia en las tablas, sin permitirle ningún intento. De nuevo, mal con la espada.