Este fin de semana Mariano Rajoy ha dado a conocer sus declaraciones de renta y patrimonio de los últimos años. Ha sido un ejercicio de transparencia saludable. Habría que seguir por este camino no sólo para conseguir una mayor claridad en la vida política, también una mayor cercanía a los ciudadanos.    Los últimos escándalos, como reflejan todas las encuestas, han provocado un aumento de la desconfianza de la opinión pública hacia los grandes partidos. Hay una gran confusión en estos momentos. Se mezclan las cosas juzgadas, las investigaciones en curso y las revelaciones periodísticas más o menos contrastadas. Parte de la alarma social puede estar inducida por sujetos con  intereses poco claros.    Pero ni el PP ni el PSOE ni CIU puede pensar que ante la alarma creada por la corrupción la solución sea esperar a que escampe. Este es un momento ideal para sanear la vida de los partidos políticos que cada vez se ha vuelto más cerrada en sí misma. En la transición había que construir partidos fuertes,  ahora hay que abrir los partidos a la sociedad. Un buen paso sería establecer un sistema de listas abiertas o semiabiertas como el que tienen en Alemania. Bastaría con que los votantes pudieran corregir los nombres que propone cada partido.