El Papa prepara ya su viaje del 24 al 26 de mayo a Tierra Santa. Serán tres intensos días en Jordania, Israel y los Territorios Palestinos, en los que Francisco estará acompañado por dos amigos de Argentina muy especiales, el rabino Skorka y el académico musulmán Omar Abboud. Se lanzará así un poderoso mensaje a favor de la convivencia en una región marcada por la violencia y las divisiones. El Papa tampoco olvida la trágica situación en Siria, y aunque no va podrá visitar el país, se encontrará con un grupo de refugiados de la guerra. También visitará un campo de refugiados palestinos levantado hace casi 60 años. Se trata de otro drama humano que adquirirá visibilidad internacional gracias a la visita papal. Sin olvidar, por supuesto, la dura situación de los cristianos, ciudadanos de segunda clase, no pocas veces perseguidos. Católicos y ortodoxos, las dos comunidades cristianas mayoritarias en Tierra Santa, mantienen una estrecha relación fraternal en medio de las dificultades, y por eso éste es un lugar privilegiado para el diálogo ecuménico. La idea del viaje, de hecho, partió del Patriarca de Constantinopla y Primado ortodoxo, Bartolomé I, que propuso a Francisco conmemorar juntos el 50 aniversario del histórico abrazo en Jerusalén entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Será otro importante gesto que contribuirá a la plena comunión de los seguidores de Jesucristo, y que ayudará a que los cristianos sean fermento de paz y reconciliación en Tierra Santa y en todo Oriente Próximo.